Según un estudio, Melilla es el lugar de España en el que más se ha reducido el gasto en helados a lo largo de los últimos cinco años
En los últimos cinco años, los melillenses han pasado de gastar una media de 32,51 euros anuales en helados, a 40 céntimos menos por persona, a pesar de la inflación que ha marcado la tendencia en algunos de los productos con los que se elaboran estos gélidos caprichos. La variación supone una reducción en el gasto del 1,24% entre 2010 y 2015, convirtiendo a Melilla en el único lugar de toda la geografía española que no ha crecido en este campo a lo largo del último lustro, en contra del más 10% de incremento en comunidades como Castilla y León, Cataluña o la Región de Murcia.
La cifra, incluso, podría rebajarse hasta los 30,15 euros de gasto anual por persona, según las previsiones para 2016 del informe presentado por Constanza Business & Protocol School. El estudio también recoge que, como consecuencia lógica de lo anterior, Melilla será el lugar de España en el que menos cantidad de helado por habitante se consumirá en este 2016, con un dato ligeramente inferior a los ocho litros per cápita, más de dos puntos menos que la media nacional: 10,34 litros por persona.
La situación, no obstante, es bien distinta si preguntamos a los trabajadores de la industria dentro de la propia ciudad, quienes aseguran que el consumo de helados en este 2016 ofrece unos datos de venta altamente positivos, e incluso superiores a los de temporadas estivales anteriores. María Luisa Hoyos, trabajadora de una de las heladerías más concurridas del centro de la ciudad, sostiene que a pesar de las dificultades económicas que marcan el panorama actual, el establecimiento “ha remontado” y que “el verano ha ido bastante mejor que el año pasado, cuando a causa de las obras se notó un poquito el bajón”.
La propia heladera confirmaba que resulta complicado hablar de un helado estrella entre las preferencias de los consumidores. “Todos los años, sacamos 4 ó 5 nuevos sabores, y por lo general las novedades siempre suelen llamar la atención y funcionar muy bien. Luego, están los clásicos, como el turrón, la vainilla, el carapino o la tarta de queso. Yo creo que no hay mucha diferencia, a la gente suele gustarle todo lo que sacamos”.
En términos similares se manifiestan las trabajadoras de otra de las heladerías que pueblan el centro de la ciudad. En ella, coinciden en que el verano ha sido “fuerte” y que la noche es el momento del día de mayor afluencia de gente.
También se reconoce al turrón como uno de los sabores más demandados por los clientes y se añaden creaciones más recientes como los helados de Kinder o de cremino.
El único punto en el que el estudio de Constanza Business & Protocol School y la propia opinión de los melillenses coincide es el incremento de los nuevos hábitos de consumo. Así, no resulta extraño encontrar por las calles a chicos tomando tarrinas de yogur helado, una de las nuevas tendencias según el informe. En él, se recoge que los helados individuales (los que pueden adquirirse en kioskos, por ejemplo) copan el 56% del mercado, mientras que el sector artesano se reduce al 23% del total, y el porcentaje restante se refiere a los productos destinados al consumo domiciliario.