Los ministros del Interior de España y Marruecos, Fernando Grande-Marlaska, y Abdelouafi Laftit, se reunieron este miércoles en Madrid en un encuentro que duró cerca de tres horas y del que no salieron grandes titulares, pese a que se habló de frontera, Operación Paso del Estrecho, inmigración y, especialmente, de aumentar la colaboración entre los dos países.
Curiosamente, en el momento en que se sentaron frente a frente los ministros Grande-Marlaska y Laftit ya había sido publicada en el Boletín Oficial del Estado la orden de Interior que prorroga hasta el 15 de julio la exigencia de visados para cruzar los pasos fronterizos de Beni Enzar, en Melilla, y el Tarajal, en Ceuta, hacia Marruecos.
Esa exigencia de visados para entrar en Melilla está justificada por la imposibilidad práctica de dejar acceder libremente a la ciudad a todos los marroquíes residentes en Nador, y evitar de esa forma avalanchas de peticiones de asilo con la intención de seguir viaje hacia la península en cuanto se recibe la tarjeta roja que demuestra que la petición ha sido admitida a trámite. Es un efecto secundario de la sentencia del Supremo que avala la libre circulación.
Sin embargo, la exigencia marroquí responde únicamente a una cuestión de reciprocidad que si bien es legítima, también es difícil de explicar entre dos estados que se consideran mutuamente como socios estratégicos. Esta situación ha colapsado por completo la expedición de pasaportes en Melilla y provincias de Andalucía y ha incrementando el descontento de los melillenses así como la sensación de que somos ciudadanos de segunda por carecer de servicios elementales en un momento como éste, con la Fiesta del Cordero a la vuelta de la esquina.
La reunión de este miércoles, al más alto nivel, contó con la asistencia de la embajadora marroquí en Madrid, Karima Benyaich, y se produce en un momento de alta tensión con Argelia y sin que, hasta el momento, se haya llegado a acuerdo alguno sobre la reapertura de las aduanas comerciales en las ciudades autónomas. La única contrapartida que puede esgrimir España es que tras reconocer la autonomía marroquí sobre el Sáhara, se ha reabierto parcialmente la frontera sin que se note su efecto en la contratación o la economía local. Hemos dado mucho a cambio de muy poco.
El encuentro, que es el décimo de su tipo entre Marlaska y Laftit, coincide además, con el inicio de la Operación Paso del Estrecho por Melilla y Ceuta, suspendida durante los dos años de pandemia por decisión unilateral de Marruecos y pese a que las rutas alternativas que tenían el beneplácito marroquí dejaron mucho que desear.
No en vano, España lleva 36 años organizando una OPE que este año ha dado un golpe de gracia a las agencias de viajes ubicadas en los puertos españoles al implantar la obligación de llegar al embarque con el billete en mano, tal y como se exige en los aeropuertos.
Hay mucho de lo que hablar con Marruecos, pero ya va siendo hora de conseguir avanzar en los 16 objetivos acordados entre Mohamed VI y Pedro Sánchez. Rabat no está siendo generoso.