L A TARDE del pasado día 24,cuando tradicionalmente se reúnen cientos de personas en los bares para celebrar la Nochebuena antes de acudir a la cena familiar, fue diferente a las vividas otros años. Hubo gente que si se animo a salir pero muchos otros prefirieron quedarse en casa debido a la amenaza del coronavirus. En líneas generales, los melillenses cumplieron con las ordenes marcadas por las autoridades para controlar el avance de la pandemia pero si que hubo que lamentar el comportamiento irresponsable de tres hosteleros que se saltaron las normas sanitarias y fueron multados por la Policía Local.
Este tipo de actitudes egoístas son las que pueden llevarnos a registrar un incremento de los casos de coronavirus y que tengamos que volver a lamentar víctimas.
Algunos creerán que da igual si se junten 6, 10 o 15 personas o que tampoco es importante respetar la limitación de los aforos en los espacios públicos. No pueden estar más equivocados. Durante estos meses, hemos aprendido que un solo foco de Covid-19 puede dar al traste con muchas semanas de avance en la lucha contra el virus y que cuanto mayor es el número de personas que se reúnen más complicado es trazar los contagios, lo que reduce la posibilidad de acotar el rebrote.
Cumplir con las indicaciones sanitarias es una obligación de todos los ciudadanos, quien no lo hace está poniendo en riesgo la vida de sus conciudadanos y el futuro económico de muchas empresas que ya se encuentran en una situación delicada y que no podrían soportar otro cierre obligado por un nuevo confinamiento.
No se puede bajar la guardia, y menos en estas fechas durante las que los contactos sociales se multiplican y la movilidad interregional ha aumentado. Hay que ser responsable y el que no lo sea, debería recibir el reproche social y asumir las consecuencias de sus actos.