Esta semana finalizó el curso promovido por la Viceconsejería de la Mujer y que ha permitido facilitar el trabajo de los progenitores con sus hijos y potenciar su lazo de unión.
Desde hace unos años el Centro Integral para la Mujer y la Viceconsejería de la Mujer organizan un curso de masajes para bebés. Se trata de una iniciativa que no sólo potencia los vínculos de unión entre los progenitores y el niño sino que refuerza su sistema inmunológico y evita los cólicos de lactante.
La matrona y formadora especializada en este tema, Yamina Mizzian, informó a ‘El Faro’ sobre los beneficios y las satisfacciones que reporta el dedicar unos diez minutos a darle un masaje a un bebé.
La idea de montar este taller o curso surge porque una de las compañeras de este centro en el año 2004 se enteró de que había unos masajes para bebés y de los beneficios de este tipo de ejercicios. Se fue a Barcelona y se preparó en este curso que se incorporó a las múltiples actividades que se realizan por parte del colectivo que dirige esta institución. Así, comenzaron las clases y la aceptación fue muy buena por parte de los progenitores.
Este curso está diseñado para que cualquier componente de la familia realice estos masajes, pero suelen acudir sobre todo madres y abuelas.
El tacto
“El ser humano necesita tener contacto piel a piel. Soy matrona y profesional de la salud y simplemente el acariciar a un enfermo, el tomar de la mano a una mujer que está pariendo, le da una confianza increíble, aportando una sonrisa hace que el paciente confíe en ti y el resto te lo tienes que ganar a través de tu trabajo”, argumentó Mizzian.
“La piel del ser humano es el órgano más grande y desde el sexto mes de gestación, cuando está dentro del útero, ya siente el contacto del líquido amniótico e incluso la contracción de las madres”, apuntó. Asimismo, comentó que cuando un bebé sale a este mundo en un ambiente tan hostil, como es un paritorio con las luces, todo el mundo dando gritos, se suele sentir desprotegido y desvalido, por eso, lo primero que se hace es acariciarlos y tocarlos y se ponen en la piel de las madres. “Este contacto con el pecho de la madre, es un momento mágico, pues ella le pone la cara y su calor hace que no se sienta abandonado, sino protegido por la madre y el personal que le cuida”.
Está científicamente comprobado a través de un gran número de estudios los múltiples de beneficios que tienen estos masajes para los bebés.
Los beneficios
El primero de ellos es que ayuda a crear los vínculos afectivos y reforzarlos con la madre, pero otro de los más importantes es que alivia el dolor. En este sentido, Mizzian indicó que, cuando el bebé nace, todos los órganos están para que funcionen plenamente, sin embargo, el intestino aún está por probarse, por ese motivo, se producen un gran número de cólicos y estreñimientos y este masaje ayuda a aliviar los llamados ‘cólicos del lactante’.
Otra de las buenas repercusiones es que facilita el sueño del bebé y le permite tener un descanso más tranquilo y que las madres en estas clases aprenden a valorar e interpretar a través del lenguaje corporal lo que les quiere decir el pequeño, por ejemplo, pueden interpretar el porqué lloran, si retuerce el cuerpo o se protege con las manos.
“El tacto y el contacto con el otro ser humano es fundamental así alivia el dolor y facilita el sueño del pequeño”, aseveró esta matrona.
Además, “refuerza el sistema inmunológico y ayuda a que los prematuros aumenten de peso y está demostrado a través de las experiencias en hospitales especializados”, añadió Mizzian. De esta forma, ayuda a madurar al sistema nervioso y le da confianza a los padres, sobre todo, si son primerizos ofreciendo un momento de tranquilidad entre los dos y entrelazando sus vínculos de unión.
Este curso ha contado con cinco clases y desde la primera se siguen una serie de rituales, como el estar tranquilos ante el bebé o pedirle permiso para darle este masaje con voz suave y frotándose las manos. Un signo que entienden perfectamente cuando en otros momentos sonríen encantados sabiendo que este gesto significa que sus padres les van a dar un nuevo masaje.
Se suele empezar por los pies y piernas, ya que ellos conocen el contexto que les rodea a través de los estiramientos y las patadas, subiendo al tronco, brazos y por último, la cara.