Hasta cuatro trabajadores de Correos han sido intimidados, agredidos, acosados o desvalijados este lunes cuando pretendían repartir documentación electoral en La Cañada, Averroes-Las Palmeras y Minas del Rif. No les han quitado votos por correo sino la documentación electoral necesaria para llevar la papeleta a Correos y dar el apoyo a uno u otro partido.
Es bochornoso que en Melilla se estén produciendo incidentes que ponen a prueba nuestro sistema democrático. Es bochornoso, además, que en la España del siglo XXI repartidores de Correos sean asaltados para quitarles la documentación necesaria para emitir el voto a distancia. Es bochornoso, también, que en Melilla las oficinas de Correos tengan que estar vigiladas por la Policía Nacional todo el tiempo que permanecen abiertas.
Cómo explicamos al resto de España que los repartidores de Correos tienen que ir con escolta policial a los barrios de la periferia porque si no, los asaltan. Cómo explicamos que en Melilla no podemos garantizar la limpieza de un proceso democrático que se celebra sin mayor sobresalto en toda España. Cómo explicamos que esto es distinto.
No podemos normalizar lo que está pasando en Melilla. No es ni puede ser normal. Hay que pararle los pies a quienes se creen que este es su reino y pueden hacer y deshacer a su antojo.
La presidenta del Partido Socialista, Cristina Narbona, avanzó en Melilla que quizás antes de que empiece la campaña electoral se pondrá en marcha una modificación del sistema del voto por correo, pero no ha vuelto a hablarse del tema.
Está claro que este tipo de delitos necesitan condenas ejemplarizantes de manera que se entienda no sólo como un fraude electoral sino también como un atentado contra la democracia.
En todo caso hay que ir a la raíz de este asunto. Detrás de la compra de votos por correo tiene que haber una fuente de financiación y eso también hay que investigarlo. Tenemos que asegurarnos de que el dinero público o el dinero del narcotráfico no terminan usándose para atacar los pilares de nuestros sistema democrático.
Esto es lo que nos diferencia de la mayoría de países de África: nuestro Estado de Bienestar, el respeto a los derechos humanos y nuestra democracia. Quienes socavan esos pilares tienen que quedar fuera del juego democrático. Basta ya.