Desde el 17 de abril el Instituto Geográfico Nacional (IGN) ha comenzado a registrar una serie de terremotos en la falla del Alborán Sur. En las últimas semanas esta falla está muy activa y hasta la fecha ya se han sentido cerca de tres centenares de terremotos en la Ciudad de Melilla, que se encuentra a 64 kilómetros del epicentro. Por el momento, los dos terremotos más grandes que se han dejado sentir en el último mes podrían tener similitudes técnicas a aquel de 2016.
El Faro consultó a uno de los expertos en sismología del Instituto Geográfico Nacional, Luis Cabañas, para conocer un poco más acerca de estos eventos sísmicos. “El instituto ha calculado el mecanismo y sí parecen similares al grande del 6.3; la forma del mecanismo, es decir, la forma de cómo se ha movido, y la falla a la que está asociado”, afirmó el sismólogo.
Todo estos temblores hacen recordar al último gran terremoto que sufrió Melilla en la madrugada del 25 de enero del 2016, pero lo cierto es que en la serie actual ninguno ha llegado a esas intensidades ni magnitudes de aquel terremoto ni de los seísmos que sucedieron a aquel temblor de 6.3.
Por ahora, del 17 de abril hasta el 14 de mayo por la tarde, la serie sísmica de Alborán Sur registraba un total de 242 terremotos y de todos ellos 34 fueron de intensidad III, es decir, “débilmente sentidos”. Según el experto, esto implica que el movimiento que ha llegado hasta la ciudad el débil y su intensidad es baja. Las mayores magnitudes que se registraron en este periodo fueron de 4.1 y de 4.3, que se produjeron respectivamente el 28 de abril y el 1 de mayo, y ambos fueron con intensidad III.
Explicó que no es lo mismo intensidad que magnitud, y que la magnitud es un valor único para cada terremoto que permite conocer de alguna forma “cuánto de grande ha sido la rotura o el deslizamiento de la falla”. Por otro lado, la intensidad permite conocer la descripción cualitativa de sus efectos y esta se escribe en número romanos. Puso un ejemplo, el gran terremoto de 2016, que fue de magnitud 6.3 y de intensidad VI, lo que vendría a denominarse como “ligeramente dañino” y con posibilidad de provocar daños en edificios como alguna pequeña rotura estructural.
“Estas series pueden ser largas, pero también es verdad que cada gran terremoto es un mundo”, expresó el sismólogo. A diferencia de la serie de 2016, en la que llegara a ser más de 2.300 terremotos en apenas cinco meses, del 21 de enero al 13 de mayo. Y por ahora en la serie actual, se han contabilizado casi 300 en solo un mes. Si se realiza una comparación, podría inferirse que no son tantos terremotos al mes como ocurría hace cinco años.
El experto explicó que, como es bien sabido, esta zona de Alborán Sur presenta de forma esporádica una sismicidad moderada, e incluso, importante. De forma periódica aparecen series de terremotos, la última de importancia fue en el año 2016, pero hubo otras en 2004 y en 1994. En este caso, la serie que está ocurriendo ahora, según los detectores de terremotos, comenzó el 17 de abril, con un terremoto de 3.8. Y hasta la fecha, parece que continúa.
La diferencia, explicó el sismólogo, es que la serie sísmica de 2016 comenzó ya con terremotos considerables, entre ellos uno de 5.1 y días más tarde fue cuando se produjo el de 6.3. Las replicas posteriores a este fueron de 5,1 y de 5.2. “Aquello pegó duro, por ahora, aunque eso nunca se sabe, esta vez no ha empezado por los grandes, sino por los terremotos más moderados”, dijo.
Las dos semanas sí se ha visto que se estaban produciendo cada vez más temblores con más puntos y de magnitud 3. Pero todos oscilan entre los 2 y los 3 puntos, y suelen ser ya los que son superiores a magnitud 3 los que se dejan sentir en la ciudad.
Melilla está más lejos del epicentro, esto atenúa los efectos del seísmo
La ciudad autónoma se encuentra a unos 64 kilómetros del epicentro, y por ahora son de una intensidad III, que son “débilmente sentidos”
En la zona Alborán Sur hay todo un sistema de fallas y hay unas que van de Almería hasta Marruecos, y otras desde Argelia hasta Málaga. Según explicó el sismólogo del IGN, Luis Cabañas, los terremotos que se están produciendo estas semanas provienen de una falla que formaría parte del segundo grupo y que se llama Al-Idrissi, de 100 kilómetros de longitud.
Es una falla que está activa, que tiene capacidad de movimiento y bastante sismicidad. Son terremotos, de alguna forma considerables, que en Melilla llegan a sentirse. Aunque el experto señaló que la ciudad autónoma no está tan cerca del epicentro como lo está Alhucemas. Por eso, al estar Melilla más lejos, concretamente a 64 kilómetros del lugar en el que se produce el movimiento, se atenúan un poco más los efectos.
Sin embargo, resulta complicado predecir cómo van a ser los temblores de la tierra. Esa falla da recurrentemente terremotos “grandecitos”, así que podría pasar que hubiese alguno de más intensidad, pero insistió en que Melilla se encuentra más separada del epicentro. “De momento se están produciendo estos terremotos, habría que seguirlo para ver qué pasa”, dijo.
Asimismo, el sismólogo señaló que no es fácil establecer un periodo para las series sísmicas, porque quizá no son exactamente periódicas. Explicó que, si bien es cierto que ocurren cada cierto tiempo, no ocurre siempre en el mismo lugar y que estos procesos son como ciclos de carga y descarga. Relató que en una zona pueden acumularse esfuerzos durante cierto tiempo, y cuando no se puede más, de repente, se produce una rotura, un deslizamiento; es entonces cuando esos esfuerzos se relajan. Pero el impulso continúa “porque África sigue empujando contra la península, y las otras fallas también se mueven”. Esto hace que se sigan generando más empujes y todo vuelva a recargarse, según la explicación.
“No es que se vuelva a romper en el mismo sitio, ese sitio ya se rompió y se quedó desbloqueado, sino que aumenta la posibilidad de que pueda romper en otro lugar de la falla”, relató, señalando que es por todo esto por lo que se hace complicado establecer una “predicción periódica” y saber cuándo va a pasar un evento sísmico.
Por ello, dijo que si se rompiese siempre la falla por el mismo sitio, sería más fácil establecer un periodo de tiempo, por ejemplo de diez o quince años, para los grandes terremotos. Pero la falla también tiene una extensión, y serán entonces los sitios más débiles los que se rompan y los más fuertes los que aguanten más tiempo.
De esta forma no es fácil estimar un periodo, pero sí al tener unos cuantos terremotos de cierto tamaño registrados, como fueron los de 1994, 2004 y 2016. Siguiendo ese posible parámetro podría establecerse como promedio de diez o quince años para que se produzcan terremotos más grandes.
Sin embargo, ahora no ha pasado tanto tiempo, tan solo cinco años, ya que el pasado 25 de enero, se cumplió un lustro de aquel terremoto de 6.3 que sacudió Melilla. “Pero no es periódico, que lo mismo no se puede confiar en que hasta dentro de 12 años no nos toca, eso no se puede predecir”, aseveró.