Por lo pronto es una tregua, pero muchos estamos convencidos de que será el principio del fin de un nuevo pulso en el que Melilla ha sido más una excusa que una razón veraz para tensar tanto la cuerda en las relaciones hispano-marroquíes. No habrá bloqueos hasta que finalice el Ramadán, al menos de principio, y es bueno también que la tregua haya supuesto la retirada inmediata de las pancartas reivindicativas de nuestra soberanía e injuriosas contra nuestra Policía.
En pro de la buena vecindad, Marruecos debe poner orden en su parte de la frontera, como le ha solicitado “respetuosamente” el PP. Hay que volver a la normalidad y sería bueno que el Gobierno Zapatero tomara por fin medidas y comprendiera que la frontera exige más medios y mayor dedicación en todos los sentidos.
Sería bueno también que el Gobierno socialista hiciera autocrítica y entendiese que no sólo puede afrontar los conflictos en torno a Melilla en clave de enfrentamiento con sus adversarios políticos, mientras guarda silencio en todo lo que le demanda la ciudadanía melillense.