Para muchos estudiantes, la adolescencia es una etapa de búsqueda de identidad, amistad y sobe todo, aceptación. Sin embargo, en España hay un fenómeno preocupante: un 19,3% de los alumnos creen que suspender puede ayudarles a encajar socialmente. Así lo revela un estudio de Particularprof.es, que pone sobre la mesa la influencia de la presión de grupo en el rendimiento académico de los jóvenes. El faro ha hablado con varios docentes de distintos institutos que no se han querido identificar para comprobar si en Melilla también se da ese fenómeno
Cuando el esfuerzo se convierte en 'frikismo'
Los datos son claros: el 33,2% de los adolescentes entre 14 y 18 años han afirmado que sacar buenas notas puede llevarles al rechazo social incluso al ridículo. No es que los jóvenes no quieran aprender, sino que en ciertos entornos, el éxito académico se percibe como algo "aburrido" o "de empollones". Y aquí es donde la presión del grupo juega un papel clave.
"Sí, hay alumnos que creen que encajan mejor socialmente si suspenden", reconoce una profesora secundaria de la ciudad. "Va a depender del entorno en el que se encuentren, pero en algunos grupos, sacar buenas notas es visto como algo negativo".
La situación es preocupante porque este tipo de comportamientos pueden marcar el futuro de muchos adolescentes. "Esta semana mandé una redacción para casa y nadie me la entregó excepto un estudiante", cuenta la docente. "Pero ¡sorpresa! No quiso dármela porque prefería no ser visto como el empollón del grupo". Aquí vemos un ejemplo claro de cómo la necesidad de encajar puede estar afectando al rendimiento académico.
La presión social y su impacto en la salud mental
Más allá de las notas, la presión social también tiene consecuencias psicológicas. Según dicho estudio, un 21,8% de los adolescentes confiesan sufrir ansiedad y estrés debido a la necesidad de aceptación. Además, un 15,7% dice que su autoestima se ve directamente afectada por el miedo a ser considerados "frikis".
En un mundo hiperconectado, las redes sociales juegan un papel crucial. Casi la mitad de los jóvenes (49,4%) admiten que modifican aspectos de su personalidad en plataformas digitales para obtener más aceptación. Se esfuerzan por construir una imagen "cool", alejándose de lo académico y reforzando una identidad basada en la popularidad.
Un profesor de otro centro educativo de la ciudad lo confirma: "En general, los alumnos están preocupados por suspender porque saben que tendrán problemas en casa, pero hay un pequeño grupo que asocia las malas notas y el mal comportamiento con una forma de encajar socialmente".
La presión social no solo afecta al ámbito escolar, sino que también influye en la conducta de los jóvenes en otros muchos aspectos de su vida diaria. En muchos casos, este miedo al rechazo provoca que los adolescentes oculten sus verdaderos intereses o incluso se esfuercen menos de lo que realmente podrían para evitar destacar académicamente.
¿Qué se puede hacer desde las aulas y en casa?
Melilla no es ajena a esta problemática y muchos docentes han detectado patrones que pueden ayudar a identificar a los estudiantes más afectados. "Es fácil ver cuando un alumno se siente mal o tiene baja autoestima", señala otra profesora. "Si está más callado, apartado o no presta atención en clase, puede ser una señal de que está sufriendo la presión de su grupo".
El reto no es solo de profesores, sino también de las familias. Los padres deben reforzar la autoestima de sus hijos y mostrarles que el esfuerzo y la dedicación son valores positivos. Tener conversaciones abiertas sobre sus preocupaciones, animarles a desarrollar sus habilidades y demostrarles que no tienen que cambiar para ser aceptados es fundamental.
Por su parte, los colegios pueden fomentar un ambiente donde se respete a todos los estudiantes, independientemente de sus calificaciones. Programas de tutoría, actividades que refuercen el trabajo en equipo y la creación de espacios de diálogo pueden ser herramientas clave para combatir este problema.
En algunos centros educativos de la ciudad están intentando implantar dinámicas de integración que promueven valores de esfuerzo sin perder de vista la importancia de la socialización entre los estudiantes.
Un cambio necesario en la mentalidad social
En definitiva, la presión social puede condicionar el rendimiento académico de muchos jóvenes en Melilla. Pero si se promueve una cultura de respeto y motivación, es posible cambiar esta mentalidad y ayudar a los adolescentes a valorar su propio esfuerzo sin miedo al rechazo. Para ello, es fundamental que las familias, los docentes y la sociedad en general trabajen juntos para romper con los estereotipos que asocial el éxito académico con algo negativo y construyan un entorno en el que cada estudiante pueda desarrollar su potencial sin temor a ser excluido.