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Un conductor se dio ayer a la fuga tras haber atropellado a dos adolescentes
Prácticamente cada jornada del calendario sirve para celebrar tal o cual actividad, costumbre o cualquier evento digno de ser conmemorado. Y ayer era el turno para el Día Mundial en Recuerdo a las Víctimas de Accidentes de Tráfico. Y, precisamente en esa fecha, acaeció uno de esos sucesos tan frecuentes en una ciudad como la nuestra: un atropello.
Dos chicas de 14 y 16 años fueron arrolladas por un vehículo cuando salían de clase en el instituto Leopoldo Queipo. Por fortuna, las lesiones que padecieron ambas adolescentes no revistieron una especial gravedad y, tras haber sido atendidas en el Hospital Comarcal, recibieron el alta médica en la misma tarde.
En condiciones normales, habría sido el propio conductor que las atropelló quien, consciente de lo grave de su acto, se hubiese ofrecido para acercar a las dos víctimas al centro médico. Sin embargo, no fue así, puesto que testigos presenciales confirmaron a El Faro que quien iba al volante omitió su deber de socorro y se dio a la fuga.
Auxiliar a quien está en peligro o a quien ha sufrido un accidente es una obligación, especialmente para quien ha causado esa situación. El Código Penal recoge en su artículo 195 penas de prisión de seis a 18 meses para quien no haya socorrido a una víctima del accidente que haya causado “fortuitamente”. Y si el accidente se debiera a “imprudencia”, la condena podría llegar hasta los cuatro años de cárcel.
Vivimos en una ciudad en la que muchos conductores desconocen el significado de la educación vial. Pero es posible que algunos empiecen a aprenderlo si se les hace saber a qué penas se enfrentarían de cometer conductas como la protagonizada ayer por quien atropelló a estas dos jóvenes.
En Melilla es necesaria mano dura contra quienes obran como si nuestras calles fueran un circuito privado.