Muchos de los menores extranjeros no acompañados que viven a la intemperie en nuestra ciudad se refugian en cuevas situadas junto a la ensenada de los Galápagos. Ayer, sólo la fortuna y la profesionalidad de los agentes de la Guardia Civil y el Cuerpo de Bomberos evitó que una tragedia afectara a varios de ellos.
Según informó la Benemérita, sobre las 6:30 horas cinco de estos chicos fueron sorprendidos por un efectivo de paisano cuando trataban de robar en un coche estacionado en la carretera de la Alcazaba. Tras percatarse de su presencia, los menores huyeron en dirección a una de las cuevas de la ensenada. Allí se encontraban otros cuatro chicos, que supuestamente habían prendido una hoguera para calentarse.
La llegada de los fugitivos a esa gruta provocó, de acuerdo con el Instituto Armado, que las llamas de la fogata se extendieran de forma accidental a un colchón que había en la cueva. Al comenzar a arder ese objeto, la estancia se llenó de una densa y tóxica humareda. Así, a los jóvenes no les quedaba otra que salir del refugio en el que se ocultaban.
De los nueve que estaban dentro, cuatro salieron por su propio pie. Sin embargo, los otros cinco, intoxicados por los gases, eran incapaces de hacerlo.
El guardia civil que los había sorprendido dio aviso a una patrulla del Cuerpo, y uno de estos agentes, sin pensárselo dos veces, accedió a la gruta y logró sacar a dos de los menores, según relató a El Faro un testigo presencial del hecho, quien destacó la heroicidad con la que obró el guardia.
Pero aún quedaban otros tres chicos atrapados entre el humo, que fueron rescatados por los Bomberos. Tras recibir atención médica de urgencia los cinco afectados, tres de ellos fueron trasladados al Comarcal, donde se les dio el alta durante la mañana.
La rápida intervención de la Benemérita y la brigada antiincendios salvó las vidas de estos jóvenes. Sin embargo, su decisión de vivir en la calle en lugar de en los centros habilitados implica sufrir riesgos permanentes. Ayer, la historia tuvo un final feliz. Sin embargo, la sombra de la tragedia siempre acecha a estos niños.