Los ministros de Interior de la Unión Europea coincidieron ayer en Bruselas en señalar la necesidad de reforzar las fronteras exteriores de la UE.
También de crear un dispositivo de guardias fronterizos, de manera que Frontex tenga libertad de actuación en caso de que alguno de los 28 países que forman parte de la Unión no pueda frenar por sí solo la entrada de inmigrantes a su territorio.
El anuncio llega tarde para Melilla. En enero pasado, esta ciudad vio cómo un millar de subsaharianos intentaba saltar la valla por varios puntos a la vez, sin llegar a conseguirlo.
Entonces las autoridades de la ciudad reclamaban a Europa que se ‘mojara’, que enviara dinero para reforzar con más agentes y medios la vigilancia fronteriza. Pero la UE ni siquiera concedió los 45 millones de euros que el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, le pidió de manera urgente en 2014 para 26 proyectos con los que frenar la llegada de inmigrantes a Melilla y Ceuta: nos dieron 10 y encima tardaron en pagarlos.
Ahora la entrada de inmigrantes a la ciudad a través de la valla está en ‘stand by’, pese a que la semana pasada, un centenar de subsaharianos intentó saltar la valla por Farhana y no lo consiguió.
Las ONGs achacan la ‘calma’ en la valla a la brutalidad policial de las Fuerzas Auxiliares marroquíes. Detrás de las palizas y las ‘devoluciones en caliente’ en Melilla está la ‘avalancha’ de pateras que esta semana ha llegado a las costas andaluzas y murcianas.
No ha sido hasta la llegada masiva de refugiados sirios a Alemania, bien a través de la ruta de los Balcanes, bien a través de España, que Europa, por fin, le ha visto las orejas al lobo.
Los ministros de Interior de los 28 lo tienen claro: en adelante habrá repatriaciones masivas (ellos las llaman “eficaces”) de todo inmigrante que llegue a Europa y no tenga derecho a protección internacional. Dicho de otro modo, Europa sabe que aún tendrá que acoger a miles y miles de sirios porque el final de la guerra ni está ni se le espera. Europa no quiere inmigrantes económicos de los países subsaharianos.
En principio, ya hay un acuerdo para abonar a cada país europeo 6.000 euros por cada refugiado que acoja. Y quizás, ahí está el problema. Por los subsaharianos no darán ni un duro.
De momento se baraja la posibilidad de condicionar las ayudas al desarrollo de los países emisores de inmigrantes (subsaharianos) al control de sus fronteras. La idea es que los que sufren, no salgan de donde sufren porque sus gobiernos recibirán compensaciones económicas por parte de Europa para que les impidan salir.