Peluquería Margar es un centro de belleza situado en la calle General Marina que lleva más de 30 años abierto. Después de tanto tiempo, Manolo, su propietario, confiesa que “con fuerza, ánimo y mucha pasión” se sale de todo.
Desde fuera, la fachada del local llama la atención por su extraordinario diseño. El nombre del negocio, según nos cuenta el propietario, está compuesto por las primeras sílabas de sus dos apellidos: Martín García.
Los orígenes de este centro de estilismo se remontan a 1994, cuando Manolo venía entonces de trabajar en otra peluquería y se decidió a dar el salto de ser su propio jefe.
Ese mismo año abrió este salón de belleza junto a su esposa Eva, que en aquella época era su novia, y su hermano José (actualmente propietario de otro salón). El propietario afirmó que cuando comenzaron con todo esto eran “unos críos” y que aquello parecía “un juego”.
“El principio es duro, pero con 23 años no te das cuenta de nada. Para nosotros todo era alegría, una fiesta. Tampoco necesitábamos mucho más”, comentó, mientras explicaba que “con sacar para irse de cervezas” ellos ya tenían bastante.
Montaron la peluquería tal y como está ahora, aunque ha pasado por muchos estilos decorativos después de casi tres décadas. En estas primeras andanzas, la familia se convirtió en un pilar importante: sus padres y su abuela le proporcionaron mucha ayuda durante el inicio. Gracias a ellos, afirma, además de con mucha ilusión y con altibajos a lo largo del camino, han llegado hasta donde están hoy.
Manolo recuerda la década de los noventa como una época muy bonita y que tuvo la oportunidad de tener una empresa con seis trabajadores. Aún así, aunque los tiempos ya no son los mismos, él comenta que sigue con la misma pasión de entonces y que le gusta mucho su oficio. “Todo lo que hago, lo hago con mucho amor”, aseguró.
Después de tantos años, los clientes pasan a convertirse en amigos e incluso familia. Tras 28 años, asegura que todavía mantiene clientes anteriores a la Peluquería Margar. “Tengo clientas desde hace más de treinta años”, afirma, asegurando que hay señoras que en su día, cuando Manolo las atendió por primera vez, tenían cuarenta y ahora ya pasan de los setenta. “La señora que me conoce de toda la vida, pues soy como su sobrino”, apuntó.
Entre sus clientes asegura que hay de todo: clientas que tienen muy claro lo que quieren y otras que llegan y se dejan hacer porque, según comenta Manolo, confían en él. Una de las clientas que se encontraba allí mientras Manolo hablaba con El Faro, secundaba todo lo que decía y comentaba que a ella la lleva peinando desde que tenía veinticinco años y ahora tiene cuarenta. Después de tantos años, aseguraba que han vivido como una familia los altibajos de la vida.
En estas décadas, es imposible no haber vivido alguna que otra anécdota. “Hemos vivido circunstancias trágicas que al final se han convertido en momentos de risa”, comentó. Un recuerdo que le acompaña fue cuando sucedió el desprendimiento del depósito de agua de Melilla, a ellos les pilló trabajando en la peluquería y tuvieron que salir corriendo con una clienta embarazada y las mechas a medio poner. Terminaron de quitárselas en la comisaría de policía y luego llevaron a la mujer hasta el hospital porque seguramente estaba a punto de dar a luz.
Manolo, como otros propietarios de la zona, también se ha visto afectado por las obras que se están llevando a cabo en la calle General Marina. “¿Es duro? Sí, pero hay que pensar que es para mejorar”.
Aunque señala que hay veces que entra tanto polvo que tiene que cerrar la puerta o los cortes de agua que sufre, al final del día se muestra optimista y piensa: “la semana que viene, o dentro de quince días, vamos a estar mejor”.
En ese sentido, el propietario asegura que de esto, al igual que muchas otras cosas de la vida, también se sale “con fuerza, ánimo y mucha pasión”.
Durante este fin de semana, Manolo acudirá en representación de este negocio melillense a una prestigiosa convención de estética que tiene lugar en Barcelona y en la que ha resultado elegido como finalista.