Cuando la ciudad recibe la visita de un miembro del Gobierno de España siempre se espera que venga a anunciar algún nuevo proyecto o la llegada de inversiones estatales pero, a la vista de las circunstancias, está claro que se trata de una quimera. En un mes han visitado Melilla tres ministras y no se puede decir, ni mucho menos, que hayan venido a traer algo que nos dé certidumbre de futuro o que contribuya de alguna manera a reforzar la presencia del Estado en esta tierra o que suponga un apoyo económico para la realización de alguna de las muchas infraestructuras que nos faltan.
La primera en llegar fue la titular de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, Elma Saiz. ¿Qué nos trajo a los melillenses? Nada, absolutamente nada más que cierto malestar por la defensa que hizo del actual sistema de bonificación de la Seguridad Social; tan es así que la Delegación del Gobierno se vio en la tesitura de tener que decir que ese no era un tema de su competencia, que está bajo el paraguas del Ministerio de Trabajo de Yolanda Díaz, y que se mantenía la idea de volver al anterior sistema, aunque sine die.
La segunda que viajó a Melilla, después de un primer intento frustrado por la climatología adversa para aterrizar en la ciudad, fue la ministra de Defensa, Margarita Robles. En definitiva, más de lo mismo. Muchas buenas palabras a la labor de los militares y punto final. Al menos Robles sí tuvo la deferencia de hablar unos minutos con el presidente de la Ciudad Autónoma, Juan José Imbroda, quien le pidió la incorporación de la II Bandera del Tercio Gran Capitán I de La Legión que Zapatero eliminó de un plumazo bajo su presidencia.
Y la tercera ha sido Pilar Alegría, la ministra de Educación, Formación Profesional y Deporte. ¿Cuál ha sido su aportación de futuro? Ninguna. Se limitó a destapar una placa con el nombre del nuevo colegio Encarna León y a asistir a la XX Gala del Deporte. Eso sí, aprovechó el viaje que pagamos todos los españoles para estar presente y participar en el Congreso Regional del PSOE que hoy se celebra y que lidera ya la también delegada del Gobierno, Sabrina Moh, tras vencer en las primarias a su contrincante interno Manuel Vázquez Neira.
Entre las tres no han anunciado un solo euro para invertir en proyectos nuevos nunca previstos para Melilla. En realidad, cabe preguntarse a qué se deben estas visitas, que no tienen otro objetivo que la foto. ¿Qué rédito sacan los melillenses de esto? Pues únicamente que unas personas que están en el Gobierno de España pasen unas horas o un día en este lado del Mediterráneo. No está mal que se dejen ver por estos lares, pero lo realmente importante para la ciudad es que traigan las manos llenas de proyectos, de inversiones, de seguridad y de esperanza en el futuro.
La verdad es que la ciudad no está para postureos, tiene grandes problemas que necesitan de una apuesta muy fuerte y decidida desde Madrid. Lamentablemente, de eso no se ve absolutamente nada porque dice el refrán que hechos son amores y no buenas razones, y eso se puede aplicar perfectamente a la situación que atraviesa Melilla, que necesita muchas acciones positivas y pocas palabras. Todo lo demás, frivolidad y artificio.
No se puede decir ni más alto ni más claro