Esta tarde de lunes, el aula 10 de la UNED de Melilla se convertía en un espacio abarrotado de personas que han querido acompañar la presentación del Catálogo de elementos ornamentales modernistas de Melilla, realizado por el historiador Antonio Bravo y el fotógrafo Antonio Ruiz.
Durante la presentación, Juan Luis Ramos, director de la UNED Melilla, agradecía “el privilegio de compartir mesa” con Antonio Bravo, historiador reputado de la ciudad y cronista oficial de la misma. La intervención del representante académico comenzó con la presentación de las personalidades que acompañaban la ponencia, así como la concreción de que el trabajo del catálogo es un proyecto que llevaba gestándose 45 años por parte de Bravo. Rápidamente, Ramos dio paso al historiador, que quiso agradecer la participación en el encuentro, pues la estancia estaba completa, y contempló que la convocatoria habría llevado a muchos interesados a acercarse por “la temática del libro” que se presentaba.
Bravo quiso dedicar unas sentidas palabras a José Luis Gómez Barceló, con quien ha compartido años de profesión, pues Barceló es cronista oficial en la ciudad de Ceuta, así como historias y proyectos compartidos. A él agradeció especialmente la virtud de la generosidad, pues se trata de una persona cercana que aporta toda la documentación que pueda a aquellas personas que lo requieran “de forma desinteresada, generosamente siempre”, sostuvo.
Gómez Barceló tuvo un especial recuerdo hacia el antiguo director de la entidad educativa, alegando que esta presentación tenía que haberse celebrado tiempo atrás, pero que las circunstancias así lo han marcado. Para el archivista y cronista ceutí, este día esgrimía importancia por sus vínculos con Melilla. Además de tratarse de un día simbólico, pues la presentación de esta publicación representa “nuestro trabajo juntos”, resaltó Gómez Barceló dirigiéndose a Antonio Bravo. En sus retinas y sus recuerdos perduraba además el origen de este catálogo: un álbum que Bravo había elaborado mediante fotografías colocadas a modo de collage, describiendo que no era una idea de proyecto, sino que en sus manos estaba aquello que hoy se ha materializado y ha visto la luz.
Gómez Barceló quiso recalcar que esta publicación, además, concreta una “forma de trabajar que hemos tenido Ceuta y Melilla”: a través de proyectos comunes en los que participan diferentes instituciones y entidades se logran acuerdos que permiten abaratar costes y expandir las propuestas en más lugares. Un trabajo colaborativo entre dos ciudades que se nutre del trabajo en profundidad de profesionales como Gómez Barceló y Antonio Bravo, cada uno desde su especialización, cada uno desde su espacio, pero conectados. Barceló posee una ingente cantidad de archivos de documentación; Antonio Bravo profundiza en nombres del pasado, logrando que sus trabajos transciendan y sirvan a diferentes personas.
La labor documental de Antonio Bravo realizada en este trabajo no solo parte de esas fotografías analógicas que él mismo revelaba, sino que se nutre del trabajo realizado, del enfoque y la actividad profesional de otras personas que ya hace años comenzaron a crear inquietud en el historiador y que dieron alas para poder imaginar un proyecto hace ya 45 años. Durante su intervención, Bravo recordó las diapositivas de Laura Cantón y Ana María Riaño, que avivaron su interés por el modernismo melillense. “Me hicieron descubrir algo que no conocía”, resaltó Bravo, quien recuerda que ese contacto le invitó a observar la ciudad levantando la cabeza.
En esa nueva percepción de la arquitectura, del entorno, encontró otros compañeros como Lucas Calderón, que acompañó sus paseos por la ciudad mientras realizaba pequeños bocetos que permitían comenzar un incipiente trabajo de clasificación de aquello que ahora sí lograban mirar con atención e inquietud. Bravo recordó sus paseos de varios meses por el barrio del Real, el cual iban punteando y dibujando pequeños elementos ornamentales que adornaban las fachadas. Tras esa actividad incesante, el proyecto se quedó dormido, pues llegaban otros temas y trabajos que atender. La relación del historiador con el catálogo se convierte así en un “proyecto cooperativo”, por el que otras personas fueron asomando durante décadas. De vez en cuando, aparecía un objetivo, como en el año 85, a través de un artículo en la revista de la UNED que le invitó a retomar ese trabajo aparcado, a partir del cual algunas de las molduras del barrio del Real quedaron recogidas.
Así, durante años, el catálogo que expresa la intencionalidad de recoger “la riqueza de la ciudad” volvía a cobrar vida y, de nuevo, a aparcarse. Hasta que un día, en una cafetería, el álbum casero de fotografías de Antonio Bravo fue a parar de forma casual a las manos del fotógrafo Antonio Ruiz, quien lo recogió y analizó durante varios meses en su hogar, invitándole a pensar. “A mí me cautivó”, resaltó Ruiz durante la presentación. El fotógrafo, que durante años se había dedicado al fotoperiodismo, a capturar imágenes vinculadas a la denuncia social en Melilla, vio en aquel álbum de Bravo una historia. Desde ese momento, Ruiz amplía su capacidad y encuadra una visión más artística a través de la arquitectura de la ciudad.
Así, se suma al proyecto y, conjuntamente, logran fusionar sus trabajos para completar esta publicación que recoge más de 1.200 elementos ornamentales de la ciudad. Para Ruiz, “el tiempo y la foto van de la mano”, y durante su trabajo calle a calle contempló que detrás de cada fachada había una historia que él pudo descubrir a través de los relatos de los vecinos y vecinas que se le acercaban, compartiendo sus recuerdos, compartiendo su memoria. Esas historias personales recordaban al lechero, a la taquillera, a la familia que vivía con diez niños en un pequeño piso, a la mujer enferma de malaria cuyo marido envolvió en un edificio que contempla una leyenda guineana en las cabezas de elefante que adornan el edificio. “Los elefantes siguen ahí, viendo pasar el tiempo”, destacó Ruiz, quien contempla que este catálogo y sus fotografías también, de alguna forma, hacen que esas historias perduren en el tiempo.
Antonio Bravo explicó que el contenido del libro se orienta a la catalogación de los diferentes estilos que “además, coinciden generacionalmente”. Así, el historiador, quien ya rehúye de sus disputas dialécticas e históricas sobre las diferentes corrientes existentes en la arquitectura de la ciudad más allá del modernismo y la tendencia de agruparlas todas en base a esta descripción, resaltó que el trabajo realizado por las diferentes instituciones, entidades y la propia sociedad ha conllevado una “evolución de la percepción” sobre esta singularidad arquitectónica melillense.
Además de explicar el formato del interior del libro y la identificación de los diferentes estilos como clásico, ecléctico, historicista, modernista —estos últimos suponen el gran grueso de la publicación con los elementos florales—, Bravo también hizo hincapié en la ampliación a diferentes estructuras como sobreventanas, ménsulas, cornisas o miradores, algo muy particular en Melilla.
Para acabar, el historiador resaltó que la ciudad posee unas zonas de protección donde puede intervenir y otras que quedan fuera de esta línea, por lo que la actuación es más compleja. Por otra parte, explicó que existen elementos originales y otros seriales, los cuales se pueden encontrar en diferentes lugares de la ciudad, y quiso recordar que la corriente se extendía a lo que denominan “modernismo popular”, que llegaba a los diferentes barrios como el Real, Cabrerizas o Batería Jota, entre otros. Mientras que las zonas protegidas han podido preservar el 80 % del patrimonio, en las zonas que no se incluyen dentro de la zona protegida, la destrucción es mucho más notable.
Para finalizar, Antonio Bravo resaltó que el catálogo es una herramienta para poder identificar todos estos elementos, ayudando a preservar la riqueza de Melilla visible en su arquitectura y ornamentación. También subrayó que los trabajos artesanales que un día lograron construir este patrimonio hoy se han perdido, por lo que Bravo recalca la necesidad de “potenciar las artesanías que estuvieron en el origen de esta ciudad”.
