Fue la procesión más tempranera del Viernes Santo. A las 20:45 horas se abrió la puerta lateral del Palacio de la Asamblea que da a su patio interior.
Desde allí, como novedad y accidentalmente por motivos del deterioro de la iglesia Castrense tras el terremoto, partió la comitiva solemne de la Cofradía del Humillado.
Seriedad y respeto
Con buena marcha, pero lenta y sigilosa fue procesionando la Virgen de la Piedad imponiendo un tono de seriedad y respeto conforme se abría paso por las calles de la localidad.
El trono de la Piedad, imagen tallada por Diego Fernández Rodríguez y José María Jiménez Guerrero en 1998, es de pequeñas dimensiones y presentaba un exorno floral compuesto por rosas, anturios y orquídeas, todas ellas blancas. Junto a la salida y al paso por la Castrense, otro de los momentos más especiales de su recorrido fue su estación de penitencia por Tribuna.
A los sones solemnes de la capilla musical ‘Orfeus’, avanzó por las calles melillenses la imagen de la Piedad, una de las más simbólicas de este Viernes Santo. Representa el momento en el que la Virgen María sostiene en sus brazos el cuerpo inerte de Jesucristo tras morir en la cruz.