“Me ofenden muchísimo los piropos y las miradas lascivas”

Es toda una autoridad, pero ella también hace frente a comentarios machistas por el mero hecho de ser mujer

La fiscal Laura Santa Pau está especializada en la lucha contra la violencia de género. Pese a ser una autoridad, también hace frente a situaciones de discriminación que no se darían si no fuese mujer y joven. Santa Pau está convencida de que a las mujeres nos toca hoy estar más unidas que nunca para reivindicar la verdadera igualdad y el derrumbe de las bases patriarcales que predominan en nuestra sociedad.

–La Fiscalía de Melilla es un órgano compuesto casi en su totalidad por mujeres. ¿Esto es una excepción o es algo habitual en el resto de Fiscalías?

–En la ciudad hay ocho plaza titulares, y solo una la ocupa un hombre. Las mujeres tenemos una amplia presencia en el ámbito de la Justicia, también fuera de Melilla. Lo mismo ocurre con las plazas de jueces. Podría deberse a que las mujeres somos más constantes y, precisamente, la constancia es lo más importante para aprobar unas oposiciones.

–¿Alguna vez le han faltado el respeto mientras ejercía como fiscal por el mero hecho de ser mujer?

–Sí he vivido algunas situaciones violentas que, aunque sean excepcionales, no deberían darse en pleno siglo XXI. He dado con algún letrado que no ha sabido estar en su sitio y, por ser mujer y joven, en vez de llamarme “señoría” se ha referido a mí como “nena” o “guapa”, lo que resulta muy desagradable. También he vivido situaciones en las que algún acusado manifestaba que no reconocía al tribunal por estar formado por una abogada, una jueza y una fiscal. Tristemente, he dado con algún juez que ha hecho que me sienta discriminada, como si esperase a que yo actuara de forma sumisa. Hay personas que no asumen que las mujeres podemos ocupar puestos de poder. Nos siguen viendo como mujeres que se deben quedar en casa, casarse, tener niños y criarlos.

–¿Y fuera de los juzgados?

–Hay una situación que me molesta muchísimo: cuando voy a andar, por ejemplo, por el Paseo Marítimo, y muchos hombres se ven con el derecho de comentar algo sobre mi físico, de hacerme un piropo sin conocerme de nada o de mirarme de forma lasciva. Es algo que me ofende muchísimo. Este tipo de comportamientos están totalmente fuera de lugar. Reflejan completamente el pensamiento patriarcal y el machismo que hay todavía en la sociedad. Este tipo de situaciones son mucho más frecuentes de lo que deberían.

–Usted está especializada en el área de la violencia de género, ¿hay algún paso que se pueda dar desde el ámbito de la Justicia para erradicar esta lacra?

–Siempre defiendo que para acabar con la violencia de género es necesario recurrir a un enfoque multidisciplinar y no parta únicamente del ámbito de la Justicia. Creo que la ley funciona bien, aunque es cierto que existe un resquicio y ningún legislador se atreve a abordarlo, que es la reforma del artículo 416 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal. Este lo que contempla es el derecho a la dispensa de la víctima cuando tiene que declarar en contra de su pareja o ex pareja. Este artículo hace que el 80% de los casos que llegan a los juzgados terminen en sentencias absolutorias o archivadas. Pienso que el legislador debería plantearse eliminar de plano este artículo o que, al menos, se permita hacer uso de las declaraciones que la mujer haga en sede policial. Cuando una mujer acude a la comisaría a poner una denuncia está pidiendo ayuda.

–¿Secundará la huelga de hoy?

–Sí, al 100%. Y no porque hoy en día me sienta discriminada en mi trabajo, sino porque es muy importante que las mujeres entendamos que tenemos que estar juntas. De lo contrario, nos comen. Es esencial que nos unamos para que no se discrimine a ninguna mujer, para reivindicar salarios iguales, acabar con el techo de cristal, para que exista una corresponsabilidad real en el cuidado de los hijos, para que las leyes no permitan que se despida a mujeres por estar embarazadas… Hay muchos motivos. Tenemos que defender nuestros derechos y reivindicar la igualdad. Y los hombres también deberían. No tiene sentido que se sigan perpetuando los roles de género.