El acceso a un estatus legal es más sencillo que encontrar medios de subsistencia.
Los refugiados sirios que llegan a Marruecos, a cuatro mil kilómetros de sus casas, se encuentran con la paradójica situación de que es más fácil contar con la tolerancia de las autoridades y acceder a un estatus legal, que lograr medios de subsistencia para salir adelante. En Nador hay, según publicó el jueves El Faro, alrededor de un millar de ciudadanos sirios esperando el momento de poder entrar en Melilla, de acuerdo con los cálculos del director del Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes de la ciudad, Carlos Montero. Ellos también se encuentra con esta complicada situación.
En Rabat cada vez es más habitual encontrarse a sirios a las puertas de las mezquitas o de algunos supermercados en barrios pudientes, exhibiendo sus pasaportes y apelando a la solidaridad del “hermano” árabe y musulmán.
Sin embargo, buscarlos en los pocos hoteles que los aceptan no es tarea fácil, ya que la mayoría rehuyen toda publicidad y contacto con ajenos, y no pueden ocultar el temor que les causa la posibilidad de perder lo poco que aquí tienen.
Según cifras de la oficina del ACNUR en Marruecos, 913 sirios se han inscrito como solicitantes de asilo desde finales de 2011 hasta la actualidad; en su mayoría, llegaron al país vecino a través de la frontera terrestre con Argelia, país al que acceden sin necesidad de visado y al que llegan procedentes de Turquía, Egipto o Líbano.
Sin embargo, diversas fuentes, y a falta de cifras oficiales, consideran que el total de sirios puede llegar hasta los 2.000. Esto supone, que según la información publicada el jueves por El Faro, la mitad de estos inmigrantes están esperando para entrar en nuestra ciudad, en parte, por el efecto llamada.
“Necesitamos ayuda material, apenas sacamos algo de dinero para comer y tenemos que pagar cada noche 100 dirhams (unos 9 euros) sólo por el hotel” cuenta Bilal, un joven sirio que llegó desde hace dos meses a Marruecos con su mujer y su hija.
Bilal, que asegura querer regresar incluso en estos momentos a su país, se encuentra alojado junto con varias decenas de familias en un hostal en la capital, uno de los pocos que aceptó recibirlos en masa, y vive de las ayudas de asociaciones locales o de las limosnas que consigue frente a las mezquitas de la ciudad.
“La imagen ahora del sirio es de un refugiado mendigo”, lamenta Ghasan Abu Saleh, secretario general de la Liga de la Comunidad Siria en Marruecos, quien cree que el Estado debería acelerar su censo, regularizar su situación y reunirlos en un campo de refugiados provisional para asegurar un mejor control de esta comunidad.
Desde que estalló el conflicto en su país en marzo de 2011, la llegada de sirios ha sido un lento goteo de desplazados, algunos para reunirse con sus familiares que residían en el país magrebí y otros para explorar su oportunidad en busca de una vida digna a la espera de mejores aires en su país.
Potencialmente se consideran como refugiados, pero en la realidad ninguno tiene el estatus o la tarjeta de refugiado que otorga el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), y por tanto no tienen acceso a una asistencia financiera de este organismo salvo en casos de “extrema vulnerabilidad” o de retorno voluntario a Siria.
Además, todos entraron sin visado en Marruecos lo que hace legalmente de ellos emigrantes en situación irregular, aunque gozan de una protección “oficiosa” de las autoridades marroquíes, que los están tratando con más consideraciones que a los emigrantes subsaharianos.
Marc Fawe, encargado de relaciones exteriores del ACNUR en Marruecos, apuntó que los sirios se han convertido muy pronto en la población más importante de solicitantes de asilo en Marruecos, y también cree que el Estado marroquí está aplicando (sin decirlo) un procedimiento especial para la protección de esta comunidad.
Para Fawe, la medida más “útil” para el flujo masivo de comunidades como la siria es un estatus de protección temporal que Marruecos podría otorgar a los sirios de forma provisional mientras dure la crisis; lo cual, según él, podría evitar el procedimiento tradicional de determinación del estatus de refugiado, mucho más tedioso.
El conflicto que vive Siria desde marzo de 2011 ha causado ya unos 136.000 muertos, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), mientras que seis millones de personas se han visto obligadas a desplazarse y más de dos millones se han refugiado en los países vecinos, de acuerdo con las cifras de Naciones Unidas.
En tanto se aclara su situación, un número indeterminado de sirios ha presentado su candidatura en la campaña de regularización de la emigración irregular que emprendió a Marruecos a principios de año o han pedido asilo directamente a los departamentos competentes: dos vías para conseguir un empleo y poder llevarse algo a la boca sin pedir limosna.