En La Cañada y Reina Regente no sólo está el problema que periódicamente surge con el apedreamiento de los autobuses de la COA. Allí, en el barrio, los vecinos también tienen la solución: Urbanidad y civismo.
Las gamberradas de momento sólo han causado problemas de tipo económico, afortunadamente. ‘Afortunadamente’ porque alguno de estos actos de vandalismo podría haber tenido consecuencias trágicas para los conductores o usuarios del transporte público. Sin embargo, aunque no hayan ocasionado ningún herido de gravedad, sí suponen un serio contratiempo para la empresa concesionaria del servicio, que además de tener que hacer frente a la crisis también debe asumir el coste de reponer los cristales de los autobuses cada vez que los gamberros los alcanzan con una piedra.
Esta semana CpM ha informado de una moción que ha registrado para que sea debatida en la Asamblea. Con esta iniciativa los cepemistas tratan de implicar a los vecinos de La Cañada y Reina Regente en la conservación de sus barrios. Es la única solución: Intentar que los autores de los destrozos aprendan a respetar unos bienes y servicios que pertenecen a toda la comunidad y que son especialmente necesarios en sus barrios. Habla CpM de contratar a “personas con un determinado perfil, parados con arraigo en la barriada, que gozan del respeto de todos”. Son precisamente esos vecinos los que pueden contribuir a dar la vuelta a la situación, los que tienen suficiente influencia para resolver “de forma definitiva este problema”, como afirman los cepemistas en su moción. Si esas personas de bien existen en el barrio, que con toda seguridad será la mayoría de los residentes, no necesitan un contrato para dar un ejemplo de urbanidad recriminando a los gamberros el apedreamiento de los autobuses o para cumplir con sus deberes de ciudadanos denunciando los hechos y a sus autores a la Policía, aunque sea de manera anónima.