Las mociones son iniciativas que plantean habitualmente los grupos de la oposición a los distintos gobiernos con el fin de proponer acciones encaminadas a un fin concreto. Son un instrumento de participación política muy utilizado para plantear debates, que suelen coincidir con la actualidad, ya sea en el Pleno de un municipio, una provincia, una comunidad autónoma o el propio Parlamento nacional.
Esta fórmula contribuye de una manera muy efectiva al juego democrático: la oposición plantea un tema de debate con una postura concreta, se discute entre todos y se llega a una conclusión, sea a favor o en contra del asunto objeto de propuesta. Y los problemas, alternativas, iniciativas y propuestas que realizan en los foros políticos de decisión, suelen coincidir con estados de inquietud ciudadana, demandas no correspondidas, el interés general o simplemente sacar a colación debates para conocer el posicionamiento de cada organización política.
Por eso entendemos que las mociones deben ser respetadas y llevadas en tiempo y forma a los plenos. No sirve de mucho debatir una de ellas cuando lleva nada menos que siete meses guardada en un cajón. La razón es simple, ha perdido vigencia, resulta extemporánea y decidir sobre lo que propone ya no supone nada para el problema al que iba dirigida la solución planteada en su texto.
La Asamblea celebró ayer un Pleno y llevó tres mociones: dos del PP y una de Vox. Las tres llevaban meses esperando ver la luz; tan es así que Vox decidió retirarla porque ya no tenía sentido lo que se pedía en ella. Eso es, precisamente, lo que se debería evitar.
Por respeto al sistema democrático se debe dejar que la oposición realice su labor y las mociones forman parte de su cometido. Si no se tramitan con celeridad, se pierde la esencia que encierra este juego político y la calidad de la democracia sufre las consecuencias.
Por eso sería muy interesante que se tuviera un poco más de consideración con las mociones. De ese modo los debates se llevarían a cabo en el tiempo correcto, pegados a la actualidad y los ciudadanos tendrían acceso a saber cuál es la posición de cada uno en temas que, en buena parte de los casos, resultan de su interés, como era el caso de la iniciativa sobre la seguridad ciudadana.
Es preciso que las mociones no se olviden, que no queden relegadas de la tarea diaria del consejero en cuestión ni se vayan dirimiendo con cuentagotas porque eso va en detrimento de la vida democrática de la Asamblea.