No cabía en la plaza Menéndez Pelayo ni un cirio más. A las puertas de la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús una multitud de personas aguardaba la salida de la Virgen de la Soledad por el dintel de la parroquia.
Cerca de las once de la noche se abrieron las puertas y, desde este momento, el silencio y el luto se impuso en las calles de Melilla.
El color protagonista de la noche del Viernes Santo fue el negro. En un trono sobrio de madera, se mecía la Virgen de la Soledad ataviera escrupulosa y totalmente de luto. El único lazo de luz que rompía con esta oscuridad era su rostro entre encajes blancos que componían su rostrillo y pecho. Las llamas de las velas y la luna fueron el único haz de luz para iluminar el camino de la Soledad en su estación de penitencia.
Promesas
Desde de personas acompañaron a esta imagen desde su salida del Sagrado Corazón hasta que volvió a este templo. Con o sin velas, iban rezando, cantando o simplemente en silencio realizando su penitencia o promesa detrás de la Virgen.
A oscuras
Uno de las rasgos más característicos del Viernes Santo es, sin lugar a dudas, el paso de la Virgen de la Soledad a oscuras. Nada más hacer acto de presencia en la plaza Menéndez Pelayo, y antes de que la Cofradía del Nazareno se acercara a Tribuna, se apagaron las luces de la calle Ejército Español.
Decenas de personas se agolparon a las puertas del templo para contemplar de cerca la imagen de la Soledad bajando la escalinata del templo y emprender su marcha silenciosa por la calle López Moreno. Un gran grupo de nazarenos fue acompañando a esta bella imagen del Viernes Santo. Con largos candelabros iban situando e iluminando el recorrido procesional de esta hermandad.
La Virgen de la Soledad, una obra del tallista murciano José Noguera Valverde, iba en su trono engalanada con rosas, claveles y gladiolos blancos. Esta luz contrastaba con el negro absoluto y profundo de su largo y amplio manto. El trono de la imagen es una pieza tallada en maderas nobles, nogal, caoba y chopo. Fue realizada por el tallista Paulino Plata, ajustándose a las dimensiones de la puerta principal del Sagrado Corazón.
Tribuna Oficial
Uno de los puntos estratégicos donde seguir la procesión de la Virgen de la Soledad es su paso por la Carrera Oficial. Antes de llegar a Tribuna, se apagan todas las luces de la Avenida Juan Carlos I y a la luz de las velas de los nazarenos y promesas se unieron la de unas velillas que la hermandad fue repartiendo a las personas que quieran alumbrar a la Virgen a su paso por la Tribuna.
Los jóvenes de la hermandad rinden honores a su Soledad con una alfombra decorada
Era el momento que Melilla tanto esperaba. Alrededor de las doce de la madrugada la Virgen de la Soledad se acercó hasta su callejón donde un grupo de la Junta Joven de la cofradía le dedicó una ofrenda muy especial: una gran alfombra de serrín tintada y decorada.
El transcurso de la procesión de la imagen de Noguera Valverde por la calle Paso de la Soledad dejó absorto al más incrédulo. En este punto, los portadores mecían con cariño y suavidad en silencio a la Virgen sobre esta alfombra mientras era contemplada por un gran número de personas concentradas y embutidas en este “triste callejón”. En éste, cada año un grupo de jóvenes lo engalana para que pase el trono, como destacó el joven al que este año le tocó la oportunidad de dirigirse a la Señora recitando una carta en representación de la Junta Joven.
Después de la lectura de este escrito, los portadores fueron abandonando el trono de uno en uno para hincar un clavel blanco en un corazón situado en una pequeña capillita de la calle con la imagen de esta Virgen. En este momento, las personas que quisieron pudieron portar a la Soledad durante unos minutos, tantos como duró este pequeño y simbólico acto que transcurrió en este callejón.
Al finalizar, los portadores volvieron a sus puestos y con hombros y brazos fueron subieron cada uno de los escalones existentes para poder salir de esta calle y dirigirse a la Avenida Juan Carlos I.