Las cárceles se adaptan a la llegada de estos reclusos con programas multiculturales.
Un 22% de los penados con medidas alternativas a la prisión son extranjeros. Insituciones Penitenciarias les ofrece realizar trabajos en beneficio de la comunidad, la suspensión o la sustitución de la condena a cambio de que participen en programas determinados. La violencia de género es el delito más frecuente entre estos condenados extranjeros, en concreto un 32% cumple una medida alternativa. Para hacer frente a esta realidad, las cárceles han tenido que adaptar sus programas para estos internos que en muchas ocasiones desconocen el idioma, la legislación española y la cultura a la que se tienen que reinsertarse. Así lo aseguró ayer la subdirectora general de Penas y Medidas Alternativas, Myriam Tapia Ortiz, que ofreció una conferencia en el curso de verano ‘Extranjeros privados de libertad’.
En esta charla destacó la importancia de que los condenados extranjeros compartan el mismo programa que los nacionales, por ejemplo, para abordar el tema de la violencia de género.
Las instituciones penitenciarias no organizan con los inmigrantes un curso aparte, sino que los incluyen en los proyectos de reinserción aunque adaptan algunos temas a su realidad sociocultural. Tapia Ortiz explicó que muchos hombres extranjeros condenados por malos tratos tienen una idea “diferente” sobre lo que es la violencia y cómo tiene que ser una relación afectiva. También se incluyen en las medidas alternativas cursos para que estos condenados aprendan castellano, pues al choque cultural se suma el hecho de que no saben español.
En cuanto a la reincidencia de estos condenados, Tapia destacó que hay un estudio de la Universidad Complutense de Madrid en el que se detalla que más del 90% no volvía a ser condenado por ese delito. El informe se realizó un año y medio más tarde de la aplicación de la Ley contra la Violencia de Género, por ello, cinco años después, la universidad vuelve a revisar este trabajo para conocer si estos penados han vuelto a ser condenados por maltratadores, señaló.
La subdirectora general también apuntó que a la hora de aplicar las medidas alternativas en los extranjeros se tienen en cuenta factores como el nivel socioeconómico y su formación, no para justificar el delito, sino para trabajar con el interno y evitar que la situación personal haga que esta persona reincida en un futuro.
Adaptar a la multiculturalidad
Un ejemplo más de cómo se están adaptando los centros penitenciarios a la llegada de los reclusos extranjeros es través de los programas multiculturales. La subdirectora de Tratamiento de la cárcel de Monterroso, Galicia, Elvira Palorna, destacó en su conferencia que este tipo de proyectos pretende no sólo la formación de los internos para su mejor reinserción social, sino mostrarles la realidad multicultural que se encontrarán a su salida de prisión.
En el centro penitenciario de Monterroso llevan años emprendiendo programas de este tipo, señaló. Entre ellos, está la puesta en marcha de una jornada formativa sobre el cuidado del medio ambiente, en el que han ofrecido talleres de reciclaje, y que ha contado con la financiación de la UE.
Elvira Palorna aseguró que no sólo hay que enseñar castellano a los extranjeros que están en las cárceles, sino conceptos como la tolerancia, la empatía, la interculturalidad y por lo tanto, desarrollar con ellos ciclos de educación en valores que se mezclen con las actividades de formación en una profesión que son las que más demandan los internos.
En cuanto a los proyectos de formación, la maestra María de la Cruz Teruel, del centro penitenciario de Melilla y dependiente del Centro de Adultos Carmen Conde, resaltó que la mayor parte de los presos extranjeros desea aprender cuanto antes el español para poder reinsertarse en la sociedad lo más rápido posible una vez que estén fuera de la cárcel.
La variedad de internos en las aulas de los centros penitenciarios, como el de la ciudad, hace que los maestros tengan que planificar clases de español siguiendo métodos sencillos para que poco a poco estos alumnos se manejen en el castellano, explicó Teruel.
En el caso de Melilla, esta maestra indicó que sigue las recomendaciones del Instituto Cervantes en su aula, es decir, enseña el lenguaje familiar, luego el coloquial y cuando los estudiantes tienen nivel de castellano comienza con la gramática.
Derechos que no se pierden en prisión
El encargado de hablar sobre los derechos que se garantizan a los presos por encima de la condena privativa de libertad fue el subdirector de Tratamiento del Centro Penitenciario de Algeciras, Manuel Sánchez, que destacó que esta cárcel es la que tiene una mayor población de reclusos de España. Unos 1.550 presos están en este centro, de los cuáles 500 son extranjeros, según datos de semana pasada añadió Sánchez. En esta conferencia resaltó que a los presos se les ofrece educación, sanidad y asistencia religiosa, es decir, que se garantizan unos derechos mínimos como al resto de ciudadanos no condenados a una pena de prisión.
También resaltó al dificultad que hay con los presos extranjeros a la hora de intentar su reinserción. En cuanto a los permisos de salida, explicó que es muy complicado que se otorgue a un interno de estas características porque la mayoría carece de un arraigo familiar en España y por lo tanto, alguien que les acoja durante este tiempo que podrían pasar en libertad.
Otra resolución judicial que apenas se concede a los internos extranjeros es la libertad condicional o el tercer grado, a menos que se pueda cumplir este tipo de penas en su país de origen. Sánchez aseveró que ésta sería la situación ideal, es decir, que el preso se trasladara a su lugar de origen y allí terminara su condena, pero apuntó que es complicado hacer el seguimiento de los reclusos. Éste es uno de los motivos por los que no hay tantos casos de extranjeros con este tipo de medidas penales.