La música ha vuelto a apoderarse de la noche melillense. Este viernes, la Plaza de Estopiñán ha vivido una de sus veladas más intensas con el concierto de Lin Cortés, protagonista del segundo recital del ciclo “Música a la Luna”. Con un público entregado que ha ocupado cada rincón de la plaza, el artista cordobés ha ofrecido una actuación de alto voltaje emocional, en la que confluyeron las raíces flamencas y las sonoridades urbanas de su particular universo musical.
El ambiente ya era eléctrico desde antes del comienzo. Decenas de personas se han congregado desde temprano para asegurar un buen sitio en esta plaza histórica, convertida por unas horas en escenario abierto al alma gitana y mestiza de Cortés. Acompañado por una banda solvente, con guitarra flamenca, flauta travesera y percusión, el cantante ha desplegado un repertorio que ha recorrido los puntos cardinales de su estilo: desde el flamenco más íntimo al funk más callejero, pasando por el soul aflamencado que le ha convertido en una figura singular dentro de la música española.
Temas como Indomable, La primavera o Gitanerías han sido coreados por un público entusiasta, que alternó palmas, ovaciones y momentos de silencio absoluto. Lin Cortés, sobrio y cercano, ha agradecido en varias ocasiones la acogida de Melilla. “Este lugar tiene magia”, dijo al presentar una de sus canciones más personales.
El entorno acompañó. Bajo una luna clara y una brisa templada, la Plaza de Estopiñán lucía con fuerza, gracias también al funcionamiento del recién reacondicionado quiosco, operativo por primera vez durante esta edición del ciclo. Con puntos de bebida abiertos y un ambiente cuidado, la experiencia ha sido completa.
Este segundo concierto del programa estival confirma el buen pulso con el que Melilla ha arrancado su cita con la música al aire libre. Tras la apertura de la semana pasada, la actuación de Lin Cortés consolida a “Música a la Luna” como uno de los grandes aciertos culturales del verano melillense.
Al despedirse con una reverencia y un simple “Gracias, Melilla”, Lin ha dejado flotando en el aire una última nota de emoción que se ha prolongado en el aplauso largo de un público que no quería marcharse.