La pasada semana hablábamos sobre los entierros cristianos y hebreos y hoy lo haremos sobre los musulmanes. Como conclusión, decir que la base de todas ellas es el respeto hacia el fallecido y el acompañamiento a la familia. El amor, finalmente, es la base de todos y cada uno de los ritos funerarios.
La palabra muerte en árabe es "mawt" (en hebreo "mávet" en arameo "mwt' ", en amhárico "moti" en tigriña "mot" todas de la misma raíz semítica).
Según el sabio y comentador del Corán, al-Qurtubī (el Cordobés): “La vida humana viene a existir cuando el alma es insuflada en el feto que se encuentra en el útero de su madre, y la muerte es la interrupción de la relación entre el cuerpo y el alma, el cambio de situación en el cual el alma es separada del cuerpo y se mueve de un mundo a otro”, de ahí que se diga que la vida (al-hayāt), sea lo opuesto a la muerte y la muerte lo opuesto a la vida.
Sin embargo, lo que hace a la muerte no es el hecho de la interrupción de esta relación entre el cuerpo y el alma, sino más bien el traspaso del alma a otra dimensión, a otro mundo, en definitiva, el viaje que surge de ello. De ahí que en el Corán se refiera al sueño como la muerte menor, y el despertar es un
resucitar. “Él es quien toma vuestras almas de noche, cuando dormís, y os la devuelve al despertar, y sabe lo que hacéis (durante el día) … (Corán 6:60)”.
El hecho de nacer y el hecho de morir, son dos facetas vinculadas. Una trae la felicidad, mientras la otra, deja tras de sí tristeza y dolor.
De esta manera, el llanto por la muerte de un ser querido es una manifestación sincera e innata de sus sentimientos, por lo tanto, es imposible contenerlo totalmente, pero sí es posible aliviarlo y moderarlo.
El momento de la muerte seguirá siempre siendo un misterio para el ser humano, uno de tantos misterios que no llegará a abarcar porque forma parte de un conocimiento que para los musulmanes sólo Allāh conoce, y no puede estar al alcance de los seres humanos.
El rito funerario islámico
El rito funerario islámico está basado en las enseñanzas del Corán y de la Sunna, una colección de enseñanzas, dichos y aprobaciones del profeta Muhammad (sws) son la base legal sobre las que se basa la totalidad de este rito funerario.
Estos funerales formales y tradicionales, generalmente tienen lugar en una mezquita y se siguen unos protocolos que siempre se deben respetar.
Por lo tanto, se puede decir que el Islam no está reducido a un simple concepto ritual o moral, sino que supone un completo sistema social, una constitución legislativa y una normativa de vida propias de la tradición islámica para con el musulmán fallecido. Bañarlo, amortajarlo, rezar por él y finalmente sepultarlo son derechos inexcusables del fallecido.
Las normas que siguen los musulmanes, los modelos que proponen y ejecutan, y los ritos que practican, son elementos que les distinguen y dotan de una personalidad propia, por lo tanto, conocerlas es un deber y practicarlas es la forma más sincera y amena de exteriorizar su convencimiento absoluto de la
doctrina islámica y de su pertenencia a la comunidad musulmana.
Son las familias, generalmente, las encargadas de llevar a cabo el funeral del difunto, o en su defecto, se encarga la comunidad del fallecido.
Esto significa que muchas personas asistirán al funeral para mostrar su apoyo y presentar sus respetos.
El agonizante
Es preferible que el agonizante esté rodeado de sus parientes más cercanos y queridos, con el fin de escuchar sus últimos deseos y recomendaciones, tranquilizándolo y animándolo.
La enseñanza islámica en ningún caso acepta gestos por parte de los asistentes, que motive el desánimo del moribundo.
El cambio de postura del agonizante, o sea orientarlo hacia la Qibla (Meca), o recitar versículos del Generoso Corán ante él, no tienen apoyo en la Jurisprudencia Islámica (Sharía), aunque no es reprochable
hacerlo.
Mencionar la Profesión de Fe (Shahāda) en voz baja, es un hecho permitido ante el moribundo.
El momento de la muerte (Óbito)
En el momento inmediatamente posterior al óbito (es decir, el último suspiro, que es cuando el alma abandona al cuerpo), después de pasados los primeros minutos de dolor por parte de los presentes, alguien de sus allegados deberá subir la mandíbula del fallecido, luego pasar la mano de arriba hacia abajo sobre sus ojos para cerrar sus párpados, y cubrir el cadáver con una prenda o trozo de tela.
Se informará de su muerte y es necesario conocer si el fallecido habría comunicado sus últimos deseos a su cónyuge o a sus hijos o a cualquier otra persona de su conocimiento, referente a su entierro o a cualquier otra diligencia a realizar. Por tradición, el funeral y el entierro tienen que realizarse lo antes posible para que el alma como un derecho que tiene el difunto sobre su comunidad.
En la mayoría de las tradiciones, se enfocan en el respeto hacia los que están de luto, ayudándoles con su duelo para recuperarse antes de la pérdida.
Preparativos para el entierro
Obtenido el certificado de defunción y el permiso de inhumación, se procederá a preparar al fallecido según el ritual islámico, que consiste en:
Bañar al fallecido (Gusul)
Bañar al fallecido antes de proceder a amortajarlo y enterrarlo es un precepto islámico, y el realizarlo es una obligación de la comunidad, es decir, si alguien de la comunidad lo cumple, el resto quedará exento (Fard kifāya).
El objetivo del baño es hacerlo presentable ante aquellos que lo despedirán. No obstante, siendo un hecho ritual, tendrá que seguir las reglas islámicas que se enumeran a continuación.
En caso de falta de agua, o si se temiera destrozar aún más el cuerpo del difunto en caso de grandes quemaduras o accidentes o, en ausencia del cónyuge del fallecido y de otra persona de su sexo, entonces se recurre al ‘Taiyammum’ (mundificación alternativa, o ablución seca).
Es preferible que la comunidad musulmana tenga su funeraria propia con el fin de encomendar el proceso del entierro a una entidad conocedora de las reglas del bañado, del amortajamiento, y del entierro, evitar las iniciativas inadecuadas e inoportunas.
No obstante, dada la simplicidad de la tarea, cualquier musulmán puede hacerse cargo del funeral, siempre y cuando reúna las siguientes condiciones: o ser una persona digna de confianza (para no revelar lo que viera de las intimidades físicas del fallecido), ser del mismo sexo del fallecido (excepción hecha para el cónyuge y para los de corta edad), o bien ser conocedor de las reglas rituales fúnebres.
Amortajarlo (Takfīn)
La mortaja es simplemente una prenda o trozo de tela de extensión suficiente para envolver todo el cadáver, preferentemente de color blanco.
La Tradición Profética, recomienda utilizar tres paños blancos (sudarios), uno tras otro, para el hombre y, dos paños más, tres elementos complementarios para la mujer, pero hay que advertir contra el encarecimiento y la ornamentación. Estos paños, además de ser nuevos, serán de tela normal y corriente (no serán de seda ni de cualquier otro tejido costoso).
La ceremonia religiosa: Oración fúnebre
Se define la plegaria fúnebre como un Fard kifāya “deber colectivo” hecho por algunos, quedando los demás miembros de la comunidad exentos.
La misma consiste en los siguientes pasos sucesivos:
1- Takbiratu-l-Ihrām (de apertura) Allāhu Akbar, seguida por la
recitación de al-Fātiha.
2- La Takbīra, luego seguida por Salatu-l-Ibrāhīmiyya.
3- La Takbīra, seguida por una súplica por el difunto.
4- La 4ª y última Takbīra, seguida por una súplica general o
amplia. Y finaliza la plegaria con una o dos Taslimāt (Assalamu ‘alaykum).
La manera de realizar esta plegaria es muy peculiar, ya que se realiza de pie (calzado, si no se estuviese en un piso alfombrado), sin rukū ‘(inclinación), ni suyūd (prosternación).
Ésta puede realizarse en una mezquita, en un salón, o bien en el solar del cementerio (dedicado a la oración funeraria o musal-là) o en su defecto, en cualquier lugar antes de proceder al entierro, e incluso después de
éste, si por algún motivo no se hubiere podido realizar la plegaria.
Se coloca el féretro en el suelo, en sentido perpendicular a la Qibla (dirección hacia la Meca) y el imán (ó quien oficie de guía religioso), se sitúa detrás del féretro (preferiblemente detrás de la cabeza del difunto si es varón o detrás de la parte media del cuerpo, si es mujer).
El cortejo fúnebre (Tashyī´al-yanāza)
El cortejo fúnebre es una manifestación de la despedida digna a un miembro de la comunidad islámica, cualquier cortejo fúnebre sea de un musulmán o de cualquier seguidor de otra religión, es digno de rendir homenaje ante su desaparición. Es recomendable acompañar al difunto hasta que sea enterrado y hacer una súplica por su alma. Es digno de quienes acompañan al cortejo fúnebre hacer un examen de conciencia ante el significado de la muerte y el destino final de todo ser vivo.
La inhumación o sepultura del cadáver
Trasladado hasta el borde de la tumba, se retira del ataúd el cadáver amortajado y se procede al entierro propiamente dicho.
La tumba será abierta en sentido perpendicular a la Qibla, con una profundidad suficiente para proteger al cuerpo de cualquier intento de profanación o exhumación criminal.
Posteriormente, se procede a tapar o cerrar con piedras o ladrillo. Se vierte la tierra hasta un palmo sobre el nivel del suelo del cementerio. Poner una lápida sobre la tumba no es reprobable si el propósito es marcar el lugar de la misma. Es preferible que las personas encargadas de depositar el cadáver en la tumba
sean los amigos o familiares del fallecido.
Una vez finalizado el entierro se hace súplica por el difunto y por todos los difuntos de los presentes. Es preferible que uno de los hijos anuncie la disposición de responder ante cualquier deuda documentada que su padre haya contraído en vida. Inmediatamente después se dispone junto con sus familiares más
inmediatos a recibir el pésame de los asistentes (antes de salir el cementerio).
Expresiones populares que se profieren tras la muerte de un musulmán
Existe una multitud de expresiones que se profieren al dar pésame o expresar dolor en solidaridad con los familiares del difunto. Su función es cumplir con un precepto del Profeta Muhammad (sws), por las que se hace comprender que la muerte es el destino inevitable e irremediable de todo ser. La más corriente
entre ellas es: “inna li-l-Lāhi wa inna ilayhi ráyi‘ūn” (Ciertamente a Allāh pertenecemos y ciertamente a Él regresaremos).
El Profeta Muhammad (sws) solía decir: “Todo está predestinado, entereza y sosiego”. A su vez los musulmanes al pasar por un cementerio dirán: “Assalāmu ‘Alaykum creyentes, habitantes de la morada de la Paz, vosotros nos habéis precedido, y nosotros os seguiremos. Que Al-lah nos salvaguarde”.