María Santísima de la Piedad aguarda en la iglesia de la Castrense a que sus tres hijas, María del Carmen, Cristina y María Luisa, la vistan para que el próximo Viernes Santo recorra las calles de Melilla.
María Santísima de la Piedad nunca está sola en la Castrense, pues siempre hay alguien a su vera que le reza o le agradece su intervención divina. Pero estos días está aún más acompañada gracias a tres melillenses, María del Carmen Al-Lal, Cristina Rosales y María Isabel Cristóbal. Ellas son las camareras de la Virgen, es decir, las encargadas de que La Piedad luzca hermosa y solemne para la procesión del Viernes Santo. Una tarea que llevan con devoción, orgullo y mucha fe, pues esta Señora las cuida, las protege y las ayuda a seguir adelante cada día.
La Piedad está en una capilla en el lateral de la iglesia, donde ningún hombre entrará hasta que esté totalmente vestida. La falda de este año es nueva, y son muchas las horas de costura que ha llevado arreglarla para que a la Virgen le esté perfecta.
El trabajo de estas tres mujeres es laborioso, complicado y agotador. En muchas ocasiones, tras varias horas intentando colocar una de las prendas a la Virgen se han dado por vencidas y han salido a la calle para llorar su impotencia. No obstante, destacaron que tras soltar estas lágrimas y volver con La Piedad, tardaban sólo 20 minutos en colocar esta misma pieza.
En tono de broma, aseguran que riñen con la Virgen por no dejarse vestir. Hasta le rezan tres ‘Ave María’ antes de empezar.
Son muchos los nervios que tienen cuando entran con ella en esta capilla. Algo inexplicable recorre sus cuerpos en presencia de La Piedad y no hay palabras que definan cómo sus manos acaban encontrando la forma de colocar la falda, el manto o el rostrillo para que quede perfecto ante los ojos del resto de los devotos de esta imagen. No saben porqué, pero cada año la ven diferente. Incluso aseguran que le cambia el rostro cuando terminan de vestirla.
Ellas pertenecen a la cofradía Castrense de Nuestro Padre Jesús el Humillado y María Santísima de la Piedad desde sus inicios, aunque son camareras de la Virgen desde el año 2000. Los imagineros que realizaron las tallas de la Virgen y del Cristo enseñaron a estas mujeres cómo vestirla, pero menos mal que los grabaron en vídeo, porque aunque parezca fácil es una labor compleja por el cuidado que se debe tener tanto con la imagen como con las ropas. De vez en cuando, aún se tienen que poner la cinta para recordar los pasos que deben seguir.
Los alfileres es el mejor amigo de las manos de estas mujeres. María del Carmen indicó que pueden gastar unos 1.500 de todos los tipos, desde alfileres con cabeza blanca o negra como de los normales. Y están por todos lados, ya que el viento fuerte de Melilla puede llevarse el manto, por ejemplo, si no está bien sujeto.
Una vez que tienen a La Piedad vestida, son los hombres los que la colocan en el trono, pues pesa mucho para ellas tres. Pero su trabajo no acaba aquí, pues continúan decorando con flores todo el paso.
Son muchas las anécdotas que tienen María del Carmen, María Luisa y Cristina a lo largo de estos años. Así, comentaron que son ‘la procesión del viento’, y es que los Viernes Santo suele soplar una brisa que hace lucir más hermosa a la La Piedad, aunque el pasado año no contaron con este elemento.
También cuentan con ayuda de otras manos expertas en hacer maravillas, como las de María Victoria Nicasio, quien ha hecho los bolillos que decoran las telas que lleva tanto la Virgen como el Cristo, y los ha donado.
Con todas las cosas que tienen que arreglar en sus casas y el resto de los trabajos que tienen que realizar en la cofradía, tan sólo le pueden dedicar unas tres o cuatro horas como máximo a diario, por eso, tardarán unos días más en vestir a La Piedad.
Colaboran en la iglesia para las eucaristías, se dedican a ultimar las túnicas y los trajes para las salidas procesionales, hacen los bocadillos para los portadores y también acuden a ver el resto de las procesiones, por lo tanto, esta semana será muy larga y agotadora.
Otra de las anécdotas que vivieron hace varias Semana Santa fue un chico que llegó a sacar el trono con unas zapatillas de deportes de color blanco. Se puso a llorar porque no le dejaban salir si no tenía zapatos negros, así que María del Carmen se quitó los calcetines que eran de se colo y los colocó encima. Al final, este joven pudo salir de procesión.
Otros proyectos
El año que viene, si Dios quiere, desean hacerle un manto nuevo a La Piedad, pero no encuentran un terciopelo que mida de ancho tres metros, pero seguirán en el intento.
“La gratificación espiritual que te da es muy grande. Aunque no tenga fe una persona o crea que no la tiene, si reza un ‘Ave María’ todos los días, llega un momento en el que te das cuenta de que la Virgen está ahí”, aseguró María del Carmen.
“Es un orgullo. Ves cómo se está trasformando. Entra un ‘no sé el qué’ por el cuerpo, desde los pies hasta arriba”, explicó María Luisa.
De vez en cuando, como el domingo, aparece alguna que otra aprendiz. En aquella ocasión fue Marta, la sobrina de Cristina, la que se animó a entrar con ellas para ver cómo comenzaban a vestir a la Virgen.
La preocupación de estas tres mujeres se centra ahora en que el viernes no llueva, que haga todo el viento que quiera, según indicaron, pero que no caiga una gota de agua del cielo, pues eso haría que el esfuerzo de mucha gente se viniera abajo al no salir este trono.
Por último, pidieron a los cristianos melillenses que salgan a las calles durante estos días, pues se trata de una tradición muy hermosa que merece el apoyo de todos los ciudadanos. “Todo el que pueda colaborar, que no se quede en la casa”, invitó María del Carmen.