España y Marruecos han demostrado, una vez más, que están por la labor de mantener a salvo las buenas relaciones de esta legislatura. Ayer, tras la conversación mantenida entre los ministros de Justicia de los dos países, sobre las cinco de la tarde fue detenido en una pensión de Murcia el pederasta indultado por Mohamed VI.
Está claro que en la eficaz intervención de las fuerzas policiales españolas ha influido el hecho de que Marruecos no se durmiera en los laureles y pidiera la detención del pederasta de 65 años a través de la Interpol.
También el que la imagen de las Casas Reales de España y Marruecos y la sintonía que al parecer hay entre Don Juan Carlos y Mohamed VI haya quedado empañada por la metedura de pata de “alguien” que entendió mal la petición española de extradición de Daniel Galván, condenado a 30 años de prisión por la justicia marroquí por abusar de once niños porque, según aseguró en el juicio, “en Marruecos con dinero se consigue todo”.
No hay que olvidar que sin las protestas de la ciudadanía marroquí no habría habido ni detención ni orden de captura ni revocación del indulto del pederasta que nada más poner un pie en la calle se fue directo a anular las indemnizaciones que debe pagar a las familias de los niños de los que abusó.
Marruecos y España se entienden, eso es ya una evidencia y Melilla es testigo de ese entendimiento. Cuando del otro lado de la valla se impide que los inmigrantes subsaharianos se acerquen al perímetro fronterizo, baja el número de asaltos y de entradas irregulares a la ciudad. Si una furgoneta robada se salta a toda velocidad los controles fronterizos, la Policía marroquí interviene y la intercepta siempre que puede. Predisposición hay, lo que falta es dinero.
El problema es el de siempre. Marruecos colabora, pero la colaboración podría ir a más si Europa se rascara el bolsillo con más ganas y celeridad.
Es difícil entender que las desgastadas relaciones entre España y Reino Unido dejen colas de cuatro horas en Gibraltar, cuando en Melilla, con relaciones estupendas con Marruecos, ésta es la tónica habitual en verano.
Todavía queda trabajo por hacer, pero no podemos ignorar que vamos avanzando en la dirección correcta. De momento funciona la justicia, el comercio y la lucha contra el tráfico de drogas. La fluidez del atasco fronterizo y el control de la inmigración irregular siguen siendo los retos.