Ayer, anocheciendo, comenzó Januká, la noche a lo largo de la cual más de mil judíos melillense depositan una vela más a sobre Janukía, todo durante ocho míticos días.
Es el 25 de Kislev y acerca de este día y del milagro, Moshé Maimónides escribe: “En la época de Segundo Templo, los reyes de Grecia promulgaron decretos en contra de Israel e intentaron erradicar la religión judía. Los helenos les prohibieron dedicarse a la Torá y a los preceptos, se apoderaron de sus bienes y de sus hijas, y entraron en el santuario y mancillaron las partes consagradas".
Gracias a Dios, las cosas han cambiado pero Januká se ha convertido tradicionalmente en punto de inflexión de la cultura hebrea porque Israel sufrió mucho hasta que Dios se acordó de su pueblo y cuando Israel venció a sus enemigos entraron en el Templo de Jerusalén pero no hallaron aceite puro, sino una sola vajilla, la cual no contenía más que lo necesario para encender las velas del Templo un solo día. Encendieron con ello las velas del candelabro durante ocho días hasta que machacaron olivas y extrajeron de ellas aceite puro.
Por todo lo anterior, los sabios decretaron que en esos ocho días fueran días de alegría y de Halel, y que por las noches se encendieran en ellos velas junto a las puertas de las casas en cada una de las ocho noches, a fin de mostrar y divulgar el milagro. Estos 8 días son los denominados Januká.” (Hiljot Januká 3:1-3).
Es sencillo, éste es el milagro, pero ¿que significado tiene la palabra Januká?. Es “Janú 25”, es decir, que en el 25 de Kislev los judíos descansaron (“Janú” en otras palabras, se salvaron) de sus enemigos. En estos días realizaron la consagración del Santo Templo y lo purificaron de la impureza (trumá) con la que lo habían contaminado los griegos, señala la Torá.
El nombre de Januká también se aplica a la consagración del altar y del Santo Templo. Los días de Januká son días de Halel y de Hodaia (agradecimiento). Januká también es infancia y hasta se parece a la celebración cristiana de los Reyes Magos, la Epifanía del Señor y los más pequeños judíos melillenses juegan con ese trompo que se asemeja a la Historia del pueblo de Israel. Gira sobre un solo eje –Dios-, cae y vuelve a levantarse hasta seguir hasta la eternidad.
Los pequeños hebreos reciben, como los cristianos, juguetes conmemorativos y disfrutan de los ocho días intensamente en sus hogares, bajo la supervisión y magisterio de sus progenitores que les cuentan ‘la historia del milagro’. Januká sameaj.