La Dirección Territorial del Instituto Nacional de Gestión Sanitaria (Ingesa) Melilla informa de que en este mes de noviembre se ha incorporado a una psicóloga clínica al área de Salud Mental Infanto-Juvenil, dentro de las acciones previstas en el plan para niños y adolescentes.
Tal y como señaló el director territorial del Ingesa, Omar Haouari, en el acto inaugural de las III Jornadas de Psiquiatría y Salud Mental de Melilla ‘Atención integral a la salud mental desde la infancia’, “esta unidad nace con el objetivo de la atención integral, la multidisciplinariedad y la coordinación intersectorial y se enmarca en la Convención sobre Derechos del Niño y en la Estrategia de Salud Mental del Sistema Nacional de Salud 2022-26 que contempla en unas de sus líneas la priorización de la atención en Salud Mental en la infancia y adolescencia e insta a “elaborar programas comunitarios con participación de instituciones y asociaciones que contribuyan a la lucha contra el estigma social”.
El dirigente también ha afirmado que “es importante abordar, de forma precoz, los problemas de salud mental desde la etapa de infancia y adolescencia, ya que el 70 % de los trastornos mentales, en general, se inician en la etapa infanto-juvenil”.
Actualmente en esta unidad, además de una psiquiatra, trabaja una enfermera que se encarga de la coordinación con otras Administraciones que tratan con este sector de población (Ministerio de Educación, Centro Base del Imserso o Servicio de Protección de menores), un auxiliar administrativo y ahora, se incorpora la psicóloga clínica. Además, está previsto que, tras el acondicionamiento de unas dependencias en el centro de salud de la Zona Centro, también se incorporen un trabajador social y un terapeuta.
Tras la incorporación de estos profesionales, como ha asegurado Hoauri "el siguiente objetivo es elaborar una plan de intervención psicoeducativa en colegios e institutos desde Salud Mental y la Enfermería de Enlace para conseguir un diagnóstico precoz y un tratamiento adecuado de niños y jóvenes".
Por último, la intervención temprana a estas edades supone una mejora de la calidad de vida de menores y familias, además de que aumenta la probabilidad de prevenir el trastorno mental en la edad adulta. Igualmente, puede ayudar a todos los colectivos, sobre todo a los más vulnerables, para afrontar las crisis y las discapacidades posteriores que pudieran surgir.