Hay que reconocer la gestión del Gobierno Imbroda respecto de las grandes obras que andan contribuyendo a modernizar y mejorar la faz de Melilla. El nuevo túnel de Alfonso XIII o la remodelación del Parque Hernández son ejemplos en marcha, frente a otros ya convertidos en realidad como la Plaza de San Lorenzo, los Jardines del Agua o la Plaza de las Cuatro Culturas, sin olvidar las actuaciones en los antiguos recintos de ‘Melilla la Vieja’.
Ahora se anuncian nuevos y grandes proyectos para los alrededores de la frontera de Beni-Enzar y el Parque Lobera. Todos ellos son plausibles, pero resulta preciso combinar estas grandes obras con una labor intensa de remozo de nuestras calles y no sólo de las fachadas de inmuebles, en breve objeto de un atractivo programa que subvencionará su arreglo y embellecimiento con una aportación pública de hasta un 85% de su coste.
Hay que adecentar aceras, mejorar las calzada en general, acabar con los cables de alta tensión colgando de los balcones y fachadas. Modernicemos Melilla sí, pero cuidemos los pequeños y tan importante detalles que dan carácter e imagen al conjunto de la ciudad.