El sepulcro de Benito López Franco se encontraba esta mañana repleto de flores, como cada 1 de noviembre. Decenas de personas acudieron a la tumba del Soldado de los Milagros para realizar su ofrenda floral y pedirle salud y suerte durante el año.
Como cada año, familiares del soldado se reúnen alrededor de la tumba para realizar la tradicional ofrenda floral que se celebra desde hace años. Vicente López es su sobrino y regresa a Melilla en el Día de Todos los Santos desde hace cuarenta y siete años. Cada año visita la tumba de su tío y se emociona al ver que la gente sigue arropándolo con muchas flores y le sigue pidiendo milagros.
Benito López Franco era un joven soldado aragonés que nació en Cetina (Zaragoza) y cumplía su servicio militar en nuestra ciudad. El 17 de enero de 1950, cuando tan solo tenía 22 años, fue hallado muerto en los baños del cuartel de Regulares 5 de Melilla. Su muerte fue considerada un suicidio, por lo que se le negó cristiana sepultura y su cuerpo fue depositado en un ataúd boca abajo en el Cementerio Civil y en su interior la cadena supuestamente utilizada para suicidarse.
Sin embargo, popularmente se conoce que Benito se enamoró perdidamente de una joven de Melilla, pero el destino se interpuso entre ambos. Su familia nunca creyó la versión oficial del Ejército, ya que cuando se le cambió de tumba descubrieron que el soldado tenía el cráneo y un brazo partido. Desde 1975, muchos años después de su muerte, sus familiares vinieron a la ciudad para visitarlo y descubrieron que decenas de personas depositaban ramos de flores y velas en su lugar de descanso.
No se sabe por qué, la tumba de este soldado comenzó a llenarse de flores y los melillenses que se acercaban hasta allí pedían deseos. De esta forma, la leyenda se extendió por Melilla.
Desde entonces la tumba del soldado se ha convertido en un lugar de peregrinación en el que se reúnen multitud de personas para dejar flores, encender una vela o rezar a sus pies.
Vicente, que lleva casi medio siglo visitándole, se siente muy agradecido por el cariño que los melillenses le tienen a su tío. Ha traído 1.000 estampas de Benito con una plegaria que coloca por la tumba y la gente se las lleva consigo porque les da suerte. "Cuando acaba el día no queda ninguna", asegura el familiar.
Los que lo veneraban esta mañana daban fe de que Benito cumple todos los deseos, aunque ninguno quiso desvelar qué le habían pedido. Sobre estos milagros que podría hacer realidad Benito, su sobrino Vicente López no tiene ninguna duda de que se cumplen porque muchas personas se lo han contado. “La gente cree que hace milagros y vienen por eso. Es lo que me dicen a mí. Cada año hay más gente, así que algo habrá”.