Antes se decía 'caballero' a los verdaderos caballeros, aquellos capaces de ofrecer lo mejor del ser humano, aquellos varones elegantes, transigentes, escuchantes y tolerantes con cualquier posición en cualquier aspecto de la vida. Ahora no se lleva, se han perdido las buenas costumbres y la buena educación salvo excepciones. Fausto Más pertenece a la segunda categoía, a la de las excepciones. Es hombre de raciocinio y palabra versátil; economista y -creo- bastante humanista, presta servicios a una empresa pública en calidad de economista y lo hace con la eficacia propia, la propia de un descendiente de una familia trabajadora y eficaz en materia de comercio, serviio a la sociedad y relaciones públicas.
Forma, junto a su primo hermano, Ricardo, un tandem invencible. Recorren ambos más de 50.000 kilómetros al año para, a través de Onda Cero Radio, contar a los melillenses los avatares en directo de la Unión Deportiva Melilla y del Club Melilla Baloncesto. Lo hacen entusiasmados desde hace años. Tuve la suerte de viajar con los 'deportivos' de la emisora radiofónica; fue con ocasión de un Villanueva-Melilla, allá por el cordobés valle de Los Pedroches, zona natal del gigante de estatura y corazón Juan Ignacio Romero. En los viajes, los compañeros se conocen mucho mejor -allá por tierra extraña, dice el pasodoble- y el corazón sabio y previsor de Fausto Más se abrió a sus compañeros de viaje. ¡Qué tipo!. Inolvidable experiencia, lo juro.
El señor Más podría ser, por preparación y entrañas, el presidente de cualquier holding o trust de buenos amigos y eficaces colaboradores. Para los egoístas sería una fuente de conocimientos sin fondo reconocible, podrían aprender mucho y gratis de sus conocimientos. Se desayuna todos los días con la lectura de la prensa económica, lo suyo, está pendiente de las actualizaciones puntuales de los periódicos digitales y opina, pero opina desde la tolerancia y la convicción de sus puntos de vista, no sin antes hacer una autoreflexión al respecto y respetar cualquier actitud o filosofía contraria.
Este tipo de ser humano corresponde a la Edad Media y, como mucho, al Renacimiento, aquellos tiempos en los que el 'savoir faire', la elegancia humana, la coherencia y la identidad con lo grande definían al caballero de por sí. No hacía falta título alguno porque el porte y la personalidad chivataban el poso humano del sujeto y, lo que es más importante, despertaban el respeto y admiración del prójimo. Este es el caso del joven melillense Fausto Más.
Su peña, más bien, su particular parlamento, está compuesto por gentes sencillas y no tan sencillas. El señor Más es bien recibido en todo tipo de circunloquios porque siempre llega para ofrecer, nunca a pedir o reclamar y abre con sinceridad su alma para opinar de lo divino y de lo humano, es decir, es un señor que se enriquece del debate y enriquece al debate con intervenciones. Soplan hermosos y favorables vientos en lo particular y es que este tipo de caballeros ancestrales se lo merece. Ah, le gustan los toros, como cualquier persona cabal.