A Bernardo Artilla y Samira Chberreq se les quemó la casa donde vivían en Las Palmeras en agosto de 2022. Desde entonces, están con sus tres hijos en el albergue San Vicente Paul porque, pese a que un contratista se ofreció en principio para arreglarles la casa, finalmente sólo se la pintó.
Bernardo asegura que no puede más y que está cansado del albergue, donde conviven con dos niños de seis y cuatro años y una niña de tres. Cuenta que el mayor está enfermo y que, además, cada día se ven obligados a salir de 10 a 13 horas, salvo que haga frío o esté lloviendo, para que se pueda llevar a cabo la limpieza del lugar.
En agosto, pues, harán dos años en el albergue, donde, como es evidente, no se encuentran tan cómodos como en su casa. Como recuerda Samira, quien en absoluto quiere culpar de sus males a los trabajadores del centro, porque se portan bien con ellos y ella entiende que hay unas normas que evidentemente tienen que cumplir. No obstante, insiste en que “no es un sitio para niños” y, aunque pueda ser adecuado para urgencias, no es un lugar para vivir todo el año.
Por su parte, Bernardo confiesa sentirse “engañado” por el anterior Gobierno, que le prometió un trabajo para él y una vivienda para su familia, pero sólo cumplieron la primera de esas promesas, y parcialmente, porque le dieron un empleo durante un año, y solamente -dice- para callarlo. Acabado el período de un año, hace seis o siete meses que vuelve a estar sin trabajo.
Ahora está intentando que el Ejecutivo del Partido Popular (PP) le dé una casa. Afirma que el pasado viernes habló con la secretaria del consejero de Economía, Comercio, Turismo, Innovación Tecnológica y Fomento, Miguel Marín, y ésta le dijo que “urgentemente” le iban a dar una cita con él. Sin embargo, tras regresar este lunes, le han comunicado que la cita está “saturada” y que hay “mucha gente” en su situación.
También ha tratado de contactar con Emvismesa, donde, según dice, no lo atienden pese a que lo ha solicitado en varias ocasiones.
Ante la falta de soluciones por parte del Ejecutivo autonómico, lo único que se le ocurre a Bernardo es ponerse frente a la puerta del Palacio de la Asamblea y comenzar allí una huelga de hambre. “Ya no aguanto más”, explica.
Con lo que rajaban estos peperos del anterior gobierno.