El cierre de la frontera entre Marruecos y Melilla, el 31 de julio del 2018, ha provocado una caída en las ventas en el mercadillo del Real. Así lo afirman los comerciantes, que se quejan porque “sobreviven” o viven el día a día.
Josefa Cortés Heredia tiene junto a su esposo, quien es autónomo, un puesto en el mercadillo. “Las ventas están fatal porque nos cierran la frontera. Llevamos ya un año o dos años así”, dijo y agregó que la venta ambulante “está muy mal. Nos exigen pagar el autónomo pero no tenemos los mismos derechos”.
Para Cortés Heredia es incomprensible que estén en un sitio tan alejado en la ciudad y con tantos problemas. Fue enfática y tajante al aseverar que “aquí la venta ambulante se acabó”. De acuerdo con esta vendedora, en el mercado hay unos 80 puestos legales y 200 ilegales.
Se quejó que “aquí nadie nos protege. Esto es la ciudad sin ley”. Afirmó que a diario tienen una ‘lucha’ por su espacio en el mercadillo y que pese a pagar impuestos, no tienen ningún beneficio.
“Pediría a dos personas que estén aquí. Nosotros como ciudadanos tenemos que pagar los impuestos, ahora yo quiero que ellos cumplan con nosotros también, que esto está lleno de ilegales con los mismos derechos que yo”, aseveró Cortés Heredia.
En febrero del 2017, desde la Consejería de Seguridad Ciudadana habían dispuestos a dos funcionarios de la Policía Local, quienes estarían todos los sábados, para evitar que los vendedores ambulantes sin licencia hicieran una competencia desleal con el resto que sí paga sus puestos y tributos.
Aunque El Faro intentó contactar al consejero de Seguridad Ciudad, Isidoro González, para conocer los planes de seguridad en el mercadillo, fue imposible la comunicación.
El mercadillo trabaja todas las semanas con excepción de los días viernes y domingo. El horario varía, pero generalmente abre a las 9:00 de la mañana hasta las 15:00 horas.
Ventas en caída libre
Tanto Heredia Cortés, como varios comerciantes afirman que las ventas están “muy malas”. Achacan esta situación al cierre de la frontera, pues cada vez menos personas visitan el lugar. “Sobrevivir y pasar la semana nos cuesta”, dijo.
“A un euro, a un euro... todo a un euro...” con ese grito Omar intentaba atraer a compradores. “La venta está muy mal, las ventas bajaron un 70 u 80% más o menos, como está cerrada la frontera, no dejan pasar”.
En el mercadillo se pueden conseguir telas, camisetas, pañuelos, pijamas, calcetines, ropa interior, bañadores, toallas, platos y demás artículos.
Hay unas semanas mejores que otras y así lo perciben varios vendedores. Mohamed, quien tiene en su puesto ropa de niños y jóvenes, señaló que tanto esta semana como la pasada las ventas han “estado un poquito mejor”.
Es consciente de que el cierre de la frontera influye, porque un gran número de compradores se encuentra del otro lado de la frontera. “Sobre todo porque en Marruecos no encuentran la calidad que hay aquí en Melilla”.
Aunque muchos comerciantes destacan que la caída de las ventas producto del cierre de la frontera tiene dos años, Mohamed cuenta que es poco más de un año. Para poder ofrecer precios atractivos, “luchamos para buscar buenos géneros y más bajos de precios”.
El sábado es el día en que más movimiento de personas hay en el mercadillo, el resto de la semana son pocos los melillenses y foráneos que visitan el lugar. “Desierto y desolado”, son parte de los adjetivos utilizados por los comerciantes para describirlo.
Lo cierto es que el mercado, para muchos comerciantes ya no es lo que era. Cada vez hay menos compradores, le falta mejorar y tener más vida.
Melillenses y turistas visitan ‘el rastrillo’
“Estamos viendo unas chanclitas para la niña. Venimos a menudo y buscamos camisetitas, chanclas o cositas así”, dijo Ana Mary, quien acudió acompañada al mercado del Real.
Los precios son uno de los principales atractivos del ‘rastrillo’, pues allí rinde un poco más el dinero. María, otra compradora, aseguró que va poco al lugar porque siempre debe hacerlo acompañada. “Mi pensión es poca, vine por unos calcetines, y a veces si tengo que llevarme dos, pues debo dejar uno”.
Unos acuden al mercadillo por necesidad, en la búsqueda de algún artículo en espacial mientras que otros se “dan una vuelta” cada cierto tiempo para ver qué exhiben los vendedores en los puestos.
“No suelo venir mucho, a menos que tenga una necesidad como ahora, para el San Juan o unos carnavales, pero no vengo mucho porque me canso”, afirmó María Rosa.
En la búsqueda de telas, pijamas y ropa para la familia van muchos melillenses y foráneos. La curiosidad también es un motivo, como se hace en otras ciudades de España. Comprar alguna prenda a un buen precio atrae a algunas personas.
‘Días flojos’
Dos veces por semana acude María Dolores al ‘rastrillo’. En esta oportunidad fue en búsqueda de telas para El Rocío. “Consigo las cosas y los precios muy baratos, mejor que en las mercerías”.
Incluso los compradores ya saben distinguir un ‘día flojo’ de uno más movido. Aseguró María Dolores que “los sábados no hay quien venga, porque son roces, no hay quien pase”.
Por su parte, Estrella Pérez, quien estaba de visita en la ciudad y aprovechó para ir al mercadillo. A su juicio, este comienza a trabajar un poco tarde, entre 9:00 y 10:00 de la mañana, sin embargo fue “a dar una vuelta y ver”. Sabe que si conseguía algún artículo que le gustara se lo llevaría.
“Siempre compro algo y los precios están muy bien”, dijo Estrella quien al tener a su hijo viviendo en Melilla, visita la ciudad cada cierto tiempo. Destaca que ve bien el mercado, aunque hay unos días más concurridos que otros.
Valora sobre todo “las telas, las puntillas, todo eso. De aquí a donde yo vivo (Alicante), es mucho más económico aquí”.
El mercado ofrece una variedad de artículos pero debe ir dispuesto a buscar para conseguir lo que quiera.