El presidente húngaro Viktor Orban ha puesto en alerta a los Ministerios de Exteriores de seis países tras compartir en redes sociales un vídeo en el que lucía una bufanda deportiva con el mapa de la Gran Hungría, que incluye territorios de lo que hoy es Austria, Eslovaquia, Rumanía, Croacia, Serbia y Ucrania.
El mapa de la Gran Hungría incorpora zonas perdidas por el Reino Húngaro tras la firma de los tratados de paz de la primera Guerra Mundial (1918).
La diplomacia ucraniana fue de las primeras en protestar contra las "ideas revisionistas" que propaga el mapa que lució Orbán en su bufanda deportiva. También Rumanía mostró "su firme desaprobación" y al presidente húngaro no le quedó otra que intentar apaciguar los ánimos escudándose en que "el fútbol no es política".
Los países agraviados por Orbán han respondido con contundencia a una provocación que Marruecos comete contra España sin encontrar reproche alguno desde el Gobierno de Pedro Sánchez.
De hecho, el mapa que exhibe nuestro socio estratégico y comercial en la página web de su embajada en España incluye como marroquíes, a día de hoy, a los territorios de la frontera sur de Europa. Porque Marruecos se equivoca cuando cree que el agravio es contra dos ciudades autónomas españolas.
A quien ningunea es a la Unión Europea, un mercado de 500 millones de consumidores que demandan sus tomates y sus frutas. ¿Qué pasaría si en lugar de exportar mercancías hacia el norte se le cierran esas puertas y se le obliga a sacarlas hacia el Sur? ¿Será capaz de encontrar un mercado seguro en el Sahel?
Al mapa de la embajada de Marruecos en Madrid le ha salido un fan. Se trata de la estrella melillense del deporte Yusef Kaddur que este 7 de noviembre compartió en sus historias de Instagram el mapa de Marruecos, incluyendo a su ciudad natal, Melilla.
En algún artículo anterior di mi opinión respecto a que Yusef Kaddur compita con bandera marroquí. Como dije entonces y sigo pensando ahora, creo que, como deportista, está en su derecho de representar al país que más oportunidades le dé para alcanzar las metas que se ha propuesto en su carrera deportiva, que como todos sabemos, siempre se desarrolla a contrarreloj. Hay profesiones en las que la edad es un plus, pero en el deporte es una limitación.
Antes de competir por Marruecos, Kaddur llevaba años reclamando ayudas y aquí las ha recibido, pero a la vista está que no se le dio la relevancia que sí tienen sus éxitos deportivos. Estuvo en política en Melilla, como consejero de Coalición por Melilla, y tuvo que abandonar su cargo tras la sentencia que establece que solo los cargos electos pueden estar al frente de una Consejería. Ahora está en el círculo cercano al rey Mohamed VI y eso no lo consigue cualquiera. Su mérito tendrá.
Pero una cosa es la elección que Kaddur hace como deportista y otra es que nuestra estrella melillense considere que la ciudad española desde 1497 donde él nació, es territorio marroquí y que, además, contribuya desde sus redes sociales a difundir una propaganda que él sabe perfectamente que no tiene arraigo en Melilla pese a que llevamos más de un siglo escuchando elucubraciones macabras sobre el futuro de nuestra tierra.
Kaddur sabe que la pretendida marroquinidad de Melilla no es un sentimiento arraigado en esta ciudad. Prueba de ello es que son muchos los marroquíes intentan entrar a diario de forma irregular en Melilla, a nado o en pateras, pero eso no ocurre a la inversa.
No tenemos noticias de que haya en estos momentos una avalancha de melillenses pidiendo protección internacional o buscando trabajo del otro lado de la frontera. Por algo será.
Otra cosa, muy distinta, es que ignoremos los lazos familiares, comerciales y políticos que existen entre Melilla y el Rif, desde la fundación de Marruecos en 1956. Como quien dice ayer.
En todo caso, me da a mí que la apuesta de Kaddur por la marroquinidad de Melilla, no va en serio. Si creyera firmemente en ello lo compartiría públicamente en sus redes sociales y no en sus historias efímeras que, como todos sabemos, desaparecen en 24 horas.
Melilla en estos momentos tan delicados necesita un Gobierno fuerte que en España no tenemos y, sobre todo, una recuperación de la confianza de los melillenses en el futuro de la españolidad de esta tierra. La gente se marcha de esta ciudad porque no encuentra ni trabajo ni oportunidades no porque tema que Marruecos nos mande una Marcha Verde.
Para garantizar la continuidad democrática de Melilla, que es en realidad de lo que hablamos, necesitamos políticos comprometidos y con las ideas claras que no cambien de bandera como cambian de zapatos. Necesitamos seriedad en la gestión del dinero público; necesitamos que se premien el esfuerzo y el talento por encima de lo que vota cada uno. Necesitamos que la gente crea en un proyecto serio de ciudad y apueste por él porque considere que si le va bien a Melilla, le irá bien a toda su familia y sus amigos.
Necesitamos creer que otra Melilla es posible. Nadie dice que será fácil reconstruir una ciudad que desconfía hasta de su sombra; pero hay que hacer por frenar la sangría. Llevamos años diciendo que Melilla se muere y lamentándonos de que esto va peor que Ceuta. ¿Es ese el camino?
Cada uno de nosotros debe preguntarse qué ha hecho por Melilla para revertir esta situación. No se puede estar todo el tiempo con la mano extendida a la espera de que sea Melilla la que nos dé algo. Es la hora de pensar en Melilla como pensamos en nuestra madre o en nuestros hijos. Melilla no puede ser un ente abstracto, tiene que ser nuestra vida y formar parte de la vida que queremos construir y dejar en herencia a nuestros hijos.
Marruecos puede apretar y dar no una sino mil vueltas de tuerca más. Pero no tiene nada que hacer si cada uno de nosotros vela por su trocito de Melilla: por su casa y sus cosas; por el banco del parque de su barrio; por los contenedores de su calle; por las farolas; por comprar en el comercio de proximidad...
Hay gente que no puede permitirse los precios de los negocios de Melilla y por eso compra en Marruecos. Pero quienes sí pueden permitírselo, deben comprometerse con los que apuestan por abrir un comercio en esta ciudad. Hay que hacer ciudad. Pero para eso hay que estar muy comprometidos.
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