Cuando uno acude al estanco y ve ahí a Carlos López (Melilla, 1986), se nota que es feliz. Y él no lo disimula. Está contento con su trabajo y con su familia. Eso sí, con un ojo y un oído puestos en lo que le depare a la ciudad autónoma y, en general, al mundo.
-¿Cómo le va la vida?
-Sinceramente ¡muy bien! no quiero, ni debo quejarme. Tengo unos hijos maravillosos, una mujer increíble que es el pilar de mi casa, unos padres que no podrían ser mejores, que si hablo de ellos me faltan hojas de periódico. Mi hermana pequeña, que la adoro, una familia sana y unida, sin olvidar a mi suegra, a mis cuñados y cuñadas, todos ellos que son mi día a día y aunque suene a tópico y típico, son el eje central de mi vida, y por supuesto y no menos importante el resto de familiares y amigos, con los que me siento siempre arropado. En el ámbito laboral, bueno, un poco esclavo del sistema, como todos, podría ir mejor, pero no me voy a quejar, siempre dispuesto en el campo de batalla.
-¿Cómo es el día a día en un estanco?
- Desde luego lo que no podría decir es que es aburrido. Tengo mi gente, porque son mi gente, lo repito mucho y desde aquí quiero agradecerles a todos su confianza en mí y en mi mano derecha Ángel, que al final forma parte de mi familia. Todo el día juntos hace que sea parte imprescindible en mi once inicial, y lo digo con la boca grande: tenemos la mejor clientela del mundo. Muchas veces hemos hablado que deberíamos hacer un Stream; cada momento es diferente, muchas risas, mucha política, mucho fútbol, muchos sueños millonarios con la lotería...-Cuente alguna anécdota que le haya sucedido allí.
-Cada día hay una. Está el que entra y se cae en el escalón y hace reír el día entero, la que deja de fumar y a la hora no aguanta y viene poseída a por el paquete, hay muchas. Una muy buena, a uno que le tocaron 100 euros. En el lector de la lotería te pone la cantidad con los decimales, y no se de qué manera vio el número que creía que eran 100.000 euros. Te juro que pensé que en ese momento tenía que hacer un RCP. Esa cara tan pálida que se le quedó al pobre, hasta que lo vio bien y le empezó a regar la sangre a la cabeza de nuevo. O la que le tocaron 10.000 euros a cinco días de la boda de su hijo y me pidió una silla para sentarse, una botella de agua y un cigarro, pero ella nunca había fumado. Le dio dos caladas y tuve que cambiar el agua por Coca-Cola del mareo que pilló. En fin, hay miles, puedo escribir un libro...
-¿Cómo compagina su trabajo con su labor en Somos Melilla?
- En este último año y medio ha sido muy complicado. El trabajo me ocupa mucho tiempo y a la política hay que dedicarle aún más, lo que me ha llevado a extremos de pasarlo incluso mal por no poder compaginar ambas cosas, pero ya estamos de nuevo en la senda. No me gusta trabajar en la sombra. Hay un equipo increíble detrás que se merece que de lo mejor de mí, y hay mucha gente que ha confiado y vamos a demostrar quiénes somos. Me reitero: el equipo de Somos Melilla, de verdad, uno por uno, son personas extraordinarias y estamos muy unidos.
-¿Cuáles son sus próximos retos?
-Según cómo se mire. Mi cabeza da vueltas a diario, vuelvo loca a mí mujer con mis ideas y nuevos retos, ya ni me escucha la pobre. A corto plazo tengo algo entre manos a lo que hay que dar muchas vueltas, ya que es una iniciativa que se necesita mover con más personas y dar así la oportunidad de inversión con menos riesgo en un mundo cada vez más difícil y con más trabas. A medio y largo plazo también existen otros retos, pero, como todo, hay que ver cómo evolucionan los que pueden darte el colchón para los próximos. Poco a poco, pero sí, siempre hay cosas en mente.
-¿Qué es lo más curioso, o extraño, que le ha sucedido en su vida?
-Bueno, hay algo muy personal, que creo que voy a seguir llevando conmigo. Lo saben solamente mis familiares, allegados, y quizá no del todo, pero sí tiene relación con lo que sí puedo contarte. No es algo curioso, pero sí es algo que marcó un antes y un después en mi vida, y por contarlo de alguna forma rápida: tengo el cuello partido en dos sujeto con clavos y muchas de las vértebras de mi espalda en vez de "cuadraditos" parecen más "triángulos" y "paralelogramos", por un fuerte accidente de tráfico, en el que gracias a Dios no pasó nada más que eso.
-¿Cómo ve el futuro de Melilla?
-¿De qué manera puedo explicar esto? Creo que el futuro es incierto. Estamos en decadencia a nivel mundial; creo que se aproxima una crisis financiera que va a arrastrar todo a su paso y, lo digo como lo siento, todo empezará por el dólar y si se daña la moneda que mueve el mundo todo lo demás se tambaleará. Hay una guerra económica con el BRICS, que aún no ha empezado. A esto se le debe sumar la implantación del dinero digital, que está a la vuelta de la esquina, y cada cambio monetario; en cada nueva etapa financiera hace que el valor de las monedas se devalúen y además suframos un incremento en la inflación desatada, eso al margen geopolítico, que hará mella en España y por supuesto en Melilla. Explicado de la forma más rápida, será algo así.
Si me centro y no me desvío más, lo que supone a Melilla, sabiendo el potencial que nos han hecho perder con el cierre de fronteras y las malas decisiones políticas que tenemos hasta ahora con el reparto de presupuestos, vaticino un futuro lineal con un gradiente negativo. Debemos ser conscientes de la época en la que vivimos y creo que hay herramientas para frenarlo, pero no se están haciendo bien las cosas. Estamos abandonados como ciudad, como barrios y el día a día ya lo vemos que más personas marchan... Me gustaría decir otra cosa, sinceramente, pero falta voluntad y esa es una de las razones en la que metí el pie en política. Confío en el proyecto de Somos Melilla y vamos a seguir trabajando para demostrarlo. Ya sobran palabras; hay que ejercer con hechos.
-¿Cuál es su expresión melillense favorita?
-Soy un fan incondicional de nuestra jerga, de nuestra forma de hablar. Lo siento, pero tengo que decirte varias entre palabras y expresiones: chatarra, iwa qué, dar un rule, masiso, entanarse. ¡Es que es imposible elegir una!
-¿Y su rincón favorito de Melilla?
-Por supuesto las playas, pero hay un sitio especial, donde he pasado gran parte de mi infancia. No tenía nada de bonito o llamativo, pero era mi rincón, y era el campillo, ocupaba un cuadrado perfecto y gigante, desde el CETI, hasta las 400 viviendas y hacia arriba hasta los pisos del Lidl, y terminaba en el túnel del aeropuerto, todo era campo y nos creíamos que era nuestro. Qué tranquilidad en esos tiempos, siendo niños y andábamos por cualquier lado sin peligro. Cómo hemos cambiado...
-Explique su filosofía de vida.
-Voy a ser muy conciso. Debo odiar la palabra después, ser agradecido, corazón blanco y las manos limpias, pensar cada día que soy millonario por lo que la vida y Dios me han regalado, no olvidar la palabra familia, y algo que a todos nos vendría muy bien, acordarse de una palabra que me inventé el día que me abrí la red social de Twitter que es microbuenasacciones. Da igual, lo que sea, pero cada día hay que hacer muchas de ellas. Si todos lo hacemos igual, sin pensar en recibir nada a cambio, mejoraríamos mucho como sociedad.
-Diga un lugar al que le gustaría viajar.
-Lo tengo tan claro como jodido -y perdón por la expresión-, pero le tengo pánico absoluto a los aviones: Japón, Dubái y Suiza.
-¿Viajaría al futuro?
-No, en absoluto; y, si puedo elegir, como diría mi padre, que el presente o los días se hagan muy lentos. Además no me gustan las sorpresas.
-¿En qué época histórica le habría gustado vivir?
-Me quedo en la que estoy. Eso sí, sólo iría unos años atrás, allá por 2011, y compraría un buen puñado de Bitcoin a un euro.
-¿Usa mucho las redes sociales?
-No, y debería hacerlo más. Al menos contestar WhatsApp que tengo desde el 2021 sin leer, verídico. Aunque si me gusta mucho Twitter para mantenerme informado y si YouTube lo tomamos como red social es donde paso más tiempo en el móvil.
-¿Cuál es su color favorito?
-Verde y gris.
-¿Qué música suele escuchar? ¿Algún cantante o grupo en particular?
-Escucho de todo, pero de un extremo de la música al otro. Si pudiera elegir un superpoder real y no fantástico, sería saber cantar.
-¿Su comida favorita?
-Depende del momento un buen bocata de lo que sea, o un solomillo de ternera vuelta y vuelta
-¿Y la bebida?
-Para acompañar a esas comidas sólo me queda una opción: una cerveza fresquita.
-¿Cuál es su época del año preferida?
-El verano, por todo lo que trae.
-¿A qué dedica el tiempo libre?
-Volvemos a los tópicos, pero mis hijos, comparto muchas cosas con ellos, sobre todo con los dos mayores que son cómplices en mis gustos por los videojuegos y el fútbol, aunque ya me preguntan sobre política y criptomonedas de vez en cuando.
-¿Qué prenda de ropa no falta en su armario?
-Camisas y de complementos, los relojes.
-¿Tiene miedo a algo?
-Sí, y mucho. Como ya he dicho antes, a los aviones. Me da miedo que se mueva el barco y a los terremotos. De este último no quiero ni hablar. Si te contara lo que hice en la época de temblores en Melilla ¡que vergüenza! Creo que todo va relacionado con el accidente que te decía antes, todo movimiento terrenal que no pueda controlar me provoca un miedo que no controlo. ¡Ah! y con el tiempo he desbloqueado un miedo que desconocía: los micrófonos y las cámaras.
-¿Cuál era su asignatura preferida?
-Biología y Química.
-¿Y cuál odiaba?
-El resto.
-Una manía.
-Manía, dejar las cosas para después; de ahí a tener que odiar esa palabra como te he dicho antes..
-¿Cuál el su animal preferido?
-Soy un apasionado de los animales, pero evidentemente me quedo con el perro. Todo el que me conoce me ha visto siempre con mis perros al lado, Tango y Row. A día de hoy mi perro Tango me falta, aunque no lo olvido. Mucha gente lo recuerda después de tres años. Ha quitado muchos miedos de personas que no podían ponerse al lado de uno, y mira que este no era pequeño; era un pedazo de pastor alemán, pero era muy especial.
-Una habilidad suya que nadie conozca.
-Curiosa pregunta. Pues tengo la habilidad de borrar selectivamente y casi por completo todo lo malo que me pase, pero además como si no me hubiera pasado nunca nada.
-¿Cuál es el mejor consejo que le han dado?
-Muchos y muy buenos en la vida. Mis padres sin descanso, que les he dado tarea cuando era pequeño, consejo tras consejo. Hay uno en especial que me acompañó cuando era más joven: más vale perder un minuto en la vida que la vida en un minuto. En política, mi tío Antonio Miranda siempre me da consejos que escucho con especial atención. Es un tío sabio, me gusta escucharlo.
-¿Y el mejor consejo que ha dado usted?
- Espero no haberlo dado aún y reservarlo para mis hijos.
-Para terminar, ¿podría decir cuáles son su mejor y su peor recuerdo?
-Vivo en el mejor recuerdo constantemente, aprovecho lo que puedo de él y, como te he explicado antes, el peor recuerdo ya lo olvidé.