Me cuesta trabajo, más del que ustedes piensan, hablar de cualquier cosa que suene a disonante cuando se trata de hacerlo del mejor jugador del mundo (junto a Cruyff, para mí los dos mejores de la historia). Y es que si tengo que ser coherente con mis opiniones, y en su día fue Cristiano el que recibió 'candela', ahora no puedo pasar por alto (aunque me gustaría) la actitud del 'crack' argentino dentro del terreno de juego desde hace unas fechas.
Está claro que Messi se transforma en un demonio cuando se viste de corto y se convierte en una auténtica pesadilla para la zaga adversaria, especialmente para los dos o tres que tienen como misión el frenarlo. Las diabluras del argentino no tienen parangón y hasta la fecha no se ha descubierto antídoto alguno para empequeñecer su cada vez más alargada sombra, salvo el patadón y tentetieso como solución menos áspera. Villar encontró la manera de frenar al 'flaco' holandés ante una 'catedral' a rebosar; y años después, otro rojiblanco, Goikoetxea, y con San Mamés por testigo, hizo lo propio con un Maradona que levantaba pasiones y que tardó una eternidad en volver a los terrenos de juego después de la reconstrucción que los galenos tuvieron que hacer de su tobillo.
Sobre todo porque desde aquel entonces y hasta la fecha, el reglamento ha ido evolucionando para bien del fútbol y para proteger a los grandes jugadores de este deporte como a Lionel Messi, por ejemplo. Hasta aquí, todo perfecto.
Poco, por no decir nada, hay de similitud entre el famoso muñeco diabólico creado por Don Mancini y el jugador azulgrana. O quizá sí. 'Chucky' se ganó la simpatía de millones de fanáticos del horror y nos enseñó que la maldad tiene mil caras. Y Messi nos ha enseñado que un ser humano puede jugar como un Ángel a esto de dar patadas a una pelota, amén de facilitar la labor a esas madres desesperadas a la hora de dar de comer a sus hijos y que a base de 'natillas' y de 'pan tostado' de una determinada marca pueden crecer como un campeón.
Pero algo está cambiando en estos últimos tiempos. Messi no es el mismo. La semilla del mal parece que está germinando en un jugador que hasta ahora sólo hablaba en el campo con la pelota pegada al pie. Varios pecados capitales están poniéndose de manifiesto a través del genio nacido en Rosario. La humildad que caracterizaba a Lionel está dando paso a una 'soberbia' impropia del astro argentino; la generosidad de la que siempre ha hecho gala se está viendo ensombrecida por la 'avaricia' que está demostrando en sus recientes actuaciones; la paciencia con la que encajaba los golpes de los contrarios ha dado paso a una 'ira' descontrolada, producto de la impotencia y no como respuesta a una agresión; y la generosidad que siempre ha mostrado con sus compañeros, está dando paso una 'envidia' desmedida.
Quizá sólo sea una apreciación mía, pero las broncas con su compañero Luis Enrique ya no pasan desapercibidas para nadie, y todo porque el asturiano no le ha pasado la pelota al pibe cuando este la ha pedido. Ante el Granada y ante el Celtic, el astro azulgrana dejó mucho que desear. Sobre todo si él es el primero que en más de una ocasión ha visto a un compañero en mejor disposición y no ha optado por pasarle el balón, la imagen más reciente la vivida ante el Celta de Vigo. Precisamente, ante los celtiñas, Messi obró de manera diabólica al propinar un puñetazo por la espalda a un adversario, en concreto a Jonathan Vila, por el mero hecho de no poder hacerse con el cuero en una disputa. Mal ejemplo messiano. Está claro que también el hecho de derribar otro record histórico como el de Pelé, que marcó 75 goles en un año, puede estar pesando en la mente del argentino que se encuentra a tan sólo un tanto de igualarlo. El hecho de seguir queriendo coleccionar balones de oro, hace que no devuelva los piropos que recibe de otros compañeros que se lo merecen tanto o más que él.
En fin, son muchas cosas las que están cambiando en Messi y su entorno. Dani Alves ya sólo pide que le dejen en paz cuando se le pregunta por el favorito para el balón de oro y dice que 'todo el pescado está vendido' a la vez que reivindica un balón de oro por línea. Guardiola ya no está para controlar ese entorno y aislar a sus jugadores de polémicas, ahora habla todo el mundo, el primero el jugador a rgentino Messi.
Yo sólo espero que los muñecos y posters de Messi no se transformen ante tal cambio y sigan como lo que son. No me imagino a un 'cagonet' con la figura de Messi haciendo travesuras en un belén porque espero, por el bien de la humanidad, que Messi nunca se convierta en 'Chucky'.