El historiador melillense Antonio Bravo Nieto cree que su recuperación pasa por el reconocimiento de una utilidad social al edificio, como por ejemplo una escuela.
Marruecos lleva bastante tiempo en una encrucijada con relación al patrimonio histórico de origen colonial en el país. Y es que la presencia hispano-francesa en la zona generó una serie de infraestructuras urbanas y un conjunto patrimonial que se resiste a desaparecer, a pesar de que son muchos los edificios que han sido abandonados en estos años, desde el momento mismo de la independencia del reino alauita en el año 1956.
Uno de esos edificios, singulares por la historia que comporta y lo que simboliza, es el Arba de Taurirt, un antigua intervención militar española, en la zona de Alhucemas, perceptible al viajero que se acerque a la capital del Rif siguiendo la vieja carretera de la meseta, hoy ya en desuso.
La grandiosidad del edificio es pareja a su grado de deterioro, y es que tras la independencia de Marruecos, pasó a manos de algún Ministerio del naciente Estado para ser olvidado finalmente, iniciando un deterioro hasta día de hoy.
Pese a ello, hay quienes opinan que sería fácil rehabilitarlo debido a los materiales utilizados en su construcción. Esta parece ser la opinión del historiador melillense, Antonio Bravo Nieto, conocedor de la arquitectura y el antiguo patrimonio español en Marruecos, pues suya es una de las obras de investigación más conocidas sobre el tema, ‘Arquitectura y urbanismo español en el norte de África’.
Así, Bravo Nieto comentó a El Faro que no es imposible su recuperación aunque habría que contactar necesariamente con las autoridades marroquíes, además de otras circunstancias, como la implicación del asociacionismo y la propia sociedad civil de Alhucemas.
“En Al hucemas están encantados con la historia de Emilio Blanco Izaga”, comentó. Y es que fue éste interventor militar español el artífice del Arba de Taurirt en el año 1941. Blanco Izaga es conocido igualmente por su interés en el Rif, zona que llegó a conocer en profundidad al haber desarrollado su carrera militar en esta región de Marruecos y también por ser un estudioso de la cultura rifeña.
Tal vez ese interés que mostró y las obras que publicó, reeditadas algunas de ellas por el Servicio de Publicaciones de la Ciudad Autónoma de Melilla, han logrado que en la capital del Rif comience a considerarse a esta figura como parte de su patrimonio inmaterial, un primer paso para otras acciones.
Bravo confirmó que a mediados del mes de julio se realizará en la ciudad de Alhucemas un seminario hispano-marroquí sobre patrimonio, un foro donde podría ponerse en valor la importancia de la conservación del patrimonio español. Pese a ello, desde el Ayuntamiento de Alhucemas no se ha hecho nada.
El historiador melillense estima necesario que sea este organismo el que tome la iniciativa y presente un proyecto de rehabilitación y conservación, además de la utilidad que estimen oportuna y que Bravo Nieto considera que debe ser social. “Debe ser un proyecto dinámico”, afirmó y adjuntó que el uso social podría pasar por la utilización de este edificio como una escuela, dispensario e incluso un albergue.
“Tienen que ser cosas prácticas”, señaló. Junto a ello, comentó que otra opción es que una organización no gubernamental de Alhucemas presentara un proyecto, pues podría obtener algún tipo de financiación.
La posibilidad de rehabilitar este patrimonio desde el ámbito privado no es algo que deba pasarse por alto, pues hace poco, una asociación española, ‘Baile de civilizaciones’, se reunió con las autoridades de Tánger con el fin de analizar las posibilidades de desarrollar un proyecto para la rehabilitación del teatro Cervantes de la ciudad del Estrecho.
Pese a ello, Bravo Nieto comentó que el caso del teatro Cervantes plantea problemas difíciles, a diferencia del Arba de Taurirt. De hecho, señaló que la estructura del Cervantes es de hormigón y a lo largo de los años se ha ido deteriorando, con lo cual en estos momentos sería muy costoso rehabilitarlo.
Este edificio posee otra singularidad, y es que es patrimonio del Estado español. De hecho, recordó que han sido varios los grupos de arquitectos españoles que visitaron el edificio en numerosas ocasiones, aunque finalmente no se hizo nada.
El historiador melillense recordó que la reforma es compleja pero sería necesaria, pues el interior del teatro alberga una serie de pinturas y murales que habría que salvar.
En el caso del Arba de Taurirt todo sería mucho más sencillo y a menor coste. Bravo Nieto recordó otras actuaciones que se han hecho en la zona de Alhucemas, pues hace unos años, la Junta de Andalucía colaboró financieramente en la rehabilitación del Hotel Florido, un edificio de la época española, de los más singulares que aún perviven en esa ciudad.
En cualquier caso, recordó que ese inmueble era privado, lo que explica la facilidad para llevar el proyecto adelante.
El tiempo corre veloz, como la propia historia del Arba de Taurirt. Tal vez la rehabilitación del edificio fuera el mejor homenaje que podría dispensarse a una persona que llegó a amar el Rif, sus gentes y sus constumbres. La figura de Blanco Izaga seguirá presente, exista o no el Arba de Taurirt. Pero su memoria, ya eterna, podría perdurar para siempre, no sólo a través de la obra etnográfica que llevó a cabo, sino también a través del patrimonio arquitectónico.
De momento el Arba de Taurirt seguirá esperando una decisión que ponga en valor uno de los monumentos más característicos de Alhucemas y por tanto del Rif, ávido por recuperar parte de su historia.
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