Se acaba de cumplir un siglo Hablar de drogas dentro del ámbito educativo, cuando teníamos que estar ocupados sólo en las circunstancias propias de la educación, no es, desgraciadamente, una salida de tono esnobista, sino que es la constatación de la facilidad con que cualquiera puede acceder hasta nuestro alumnado, nuestros hijos, o nietos, para proporcionarles estupefacientes.
Un equipo de TV de El Mundo, ha puesto sobre la mesa una investigación realizada al respecto,emitida por Antena 3 el pasado lunes, 14 de este mes. En este trabajo, se muestra la venta de drogas a menores a las puertas de los propios centros educativos. Las referencias han sido tomadas en distintas poblaciones de España y afecta a menores de 13 a 15 años. Esta venta también se hace a las puertas de bares, centros de ocio y a pie de calle. También revela que hay menores que alquilan pisos, en grupo, mediante pago mancomunado, para drogarse. Quienes podrían frenar esta situación es: un profesorado intimidado, menoscabado en su autoridad, y unos padres sin capacidad para enfrentarse al problema.
A estas alturas, cuando te pueden multar por fumar en lugar prohibido, o por traspasar en poco la velocidad permitida, que te pueden encarcelar por decir algo que pueda ofender a determinados colectivos, sin embargo se es incapaz de garantizar el respeto a la salud física y mental de los menores. Sí, sí, está bien dicho, porque, cuando se drogatiza a los menores, se perjudica su salud, su estabilidad emocional y su futuro como persona y como aspirante a una profesión.
Es chocante rasgarse las vestiduras porque alguien fuma, mientras se pasa de puntillas, sin hacer ruido, sin comentarios, sobre el suministro de drogas a menores. ¿Dónde está esa campaña mediática, denunciando y explicando los males que causan? ¿Por qué no se hace campaña denunciando que las drogas debilitan la concentración y la capacidad lingüística y de comunicación de los menores? ¿Por qué no se denuncia que, en un porcentaje muy alto, el fracaso escolar y el abandono académico tiene detrás el consumo de estupefacientes? ¿Por qué no se denuncia que gran parte de la violencia escolar
tiene su origen en el consumo drogadictivo?
Asimismo, queda de manifiesto la impotencia del profesorado y de los padres para hacer frente a esta situación. Esto es el resultado de un largo proceso. ¿Qué se puede esperar de una sociedad en que sus valores han sido trastocados, hasta el punto de invertir su sentido?
Recordemos ese quitarle autoridad al profesorado, poniéndolo a la misma altura del alumnado, sin tener en cuenta sus responsabilidades y su cometido. Recordemos, asimismo, el ninguneo dictado hacia los padres, a los que se les resta potestad sin librarlos de sus responsabilidades, antes al contrario acumulando más exigencias hacia ellos. Quienes, de forma irresponsable, allanaron el camino a esta situación tan perjudicial para los menores, tienen responsabilidades, al menos morales, que nunca asumirán porque no tienen conciencia del mal que han hecho. Unos menores que puedan permitirse faltar al respeto a quienes les enseñan y a quienes son su familia y sus sustento, son unos menores que se sienten perdidos, aunque las apariencias puedan presumir otra cosa.
Si alguien piensa que estos menores, que compran droga, que alquilan un lugar para consumirla, que faltan al respeto a sus mayores, que vaguean en lugar de estudiar, que no respetan normas, que gastan a costa de sus padres, etc, etc, se sienten liberados y contentos de hacer lo que les de la gana,
se equivocará.
Si alguien consigue llegar al corazón y al pensamiento de cualquiera de estos menores, perdidos en su laberinto, descubrirá la realidad de lo que siente, la realidad de su desesperanza, su miedo a la soledad compartida con algo que les esclaviza y atrae, sus deseos inconfesados de no sentirse atado, su necesidad de ser entendido, de ser conducido a la lucha de la vida y por la vida.
A pesar de todos los eslóganes, de todas las proclamas políticas, de todas las ideologías, lo que realmente anhelan es sentirse queridos, apreciados y guiados hacia su futuro, como personas libres y responsables. Es hora de dar respuesta a estos menores, que están a las puertas del futuro.