El consejero Miguel Marín, anunció ayer la subvención que la UD Melilla recibirá este año de los presupuestos de la ciudad. Y sorprendió cuando señaló que el club deberá tener en cuenta que la mitad de los futbolistas de su plantilla habrán de ser melillenses. “Hay jugadores de gran calidad (en la ciudad) que perfectamente podrían formar parte del equipo”, afirmó Marín. Las palabras del consejero Marín recuerdan a la “discriminación positiva” que defiende el PSOE en apoyo a la mujer y que obliga a comprobar el sexo de los aspirantes antes de asignar cargos de responsabilidad en organismos públicos. No son pocas las féminas en las filas del PP que se oponen a esa idea, salida del ingenio del aquel presidente que se definía como rojo y feminista. El argumento para rechazar la propuesta socialista es, en resumen, que ellas no quieren “estar” en un cargo gracias a ser discriminadas “positivamente”. Ellas quieren tener las mismas oportunidades que los hombres para “llegar” y no ser discriminadas “negativamente” cuando su competidor es un varón con los mismos méritos. Vamos, que quieren tener la posibilidad de competir en igualdad de condiciones en vez de contar, por decreto, con un lugar reservado en el podium.
La medida anunciada por el consejero Miguel Marín ha sido recogida con entusiasmo por el presidente del club, Cristóbal Sánchez (que no ha aclarado por qué no la había puesto ya en marcha sin necesidad de que ahora vengan a imponérsela). Falta saber qué opina el entrenador Óscar Cano (al que tal vez también le afecte en un futuro la “discriminación positiva deportiva”). Y aún está por ver qué dicen los aficionados.
El apoyo a la cantera no es apuesta barata. En primer lugar, necesita de una inversión a muy largo plazo. Y además, obliga a renunciar a la posibilidad de competir por éxitos deportivos inmediatos, que son los que más venden políticamente, a cambio de fomentar la faceta del deporte entendido como una actividad física saludable y de formación para la juventud.