Hace ya unos años, una organización tan dinámica y comprometida como es Zona Centro, decidió que atraer posibles clientes a su zona de influencia debía pasar por montar toda clase de actividades para que los melillenses, al hilo de participar en conciertos, juego para los niños, talleres, etc., aprovecharan e hicieran sus compras en las tiendas aledañas a los lugares elegidos para los eventos. Festividades como las navidades, el Día de los Enamorados, la llegada de la primavera y otras más destacadas en el calendario son excusas más que suficientes para que se desarrollen acciones para contribuir al ocio de los consumidores.
Y todo eso se planea y se lleva a cabo en base al convenio que Zona Centro firma con carácter anual con la Consejería de Comercio que dirige Miguel Marín. Es, sin duda, un dinero público bien invertido porque no solo paga a los artistas y monitores melillenses que protagonizan las actividades sino que, además, contribuye a dinamizar el centro haciendo que los clientes acudan, lo cual favorece el interés de los comerciantes.
Por ese motivo es interesante que la Consejería de Comercio se plantee desde ya la renovación del acuerdo, cuya vigencia ya ha finalizado. El sector está atravesando los que posiblemente son los peores momentos de su historia y es imprescindible que la Ciudad Autónoma colabore en aquello que se ha visto que funciona. No hay que insistir aquí en que la frontera ha sido un elemento decisivo en la situación negativa del comercio, sin permitir que pueda fluir un régimen de viajeros que siempre ha existido hasta 2020 y que hacía viable los negocios que hoy, sin embargo, languidecen.
Siempre se ha comentado que los comerciantes debían poner su carne en el asador para sobrevivir y es evidente que esta asociación Zona Centro se ha puesto las pilas para tratar de reanimar las ventas a través de una política atractiva para los melillenses, como son esos conciertos de música que se han venido organizando o las decenas de actividades en las que han participado tanto niños como mayores para disfrutar de ocio mientras se hacían las compras.