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Primero vino Pedro Sánchez. Ayer estuvo aquí Patxi López y también ayer se anunció la posibilidad de que venga a Melilla Susana Díaz, la última en incorporarse a la carrera por liderar el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), con la sorna de quien reza: “Los últimos serán los primeros”.
La ciudad, de momento, ha escuchado dos propuestas, la sanchista, que anima a la movilización de la militancia contra el aparato y la de paz, amor y unidad de Patxi López. Nos queda por delante la teoría de las luces largas de Susana Díaz que, según escenificó el domingo en Madrid, es la que gusta a todos los que están, pero ya no son.
La jaula de grillos en que se ha convertido esta antesala de las primarias socialistas a nivel nacional empieza a hacer mella en las federaciones. En la ciudad, por ejemplo, hemos visto cómo destacadas figuras del socialismo local como Julio Bassets, Lamia Kaddur o Amin Azmani apuestan por Susana Díaz, mientras Gloria Rojas presidenta de la Gestora o Sabrina Moh, candidata al Congreso se decantan por Pedro Sánchez. Incluso Patxi López tiene su plataforma de apoyo en Melilla. Son pocos, pero divididos.
Los socialistas locales están en todo su derecho a inclinar su balanza por uno u otro candidato. Lo que no pueden negar es que, como buenos socialistas, están desunidos. Y éste no es un fenómeno exclusivo de Melilla. Al valenciano Ximo Puig le duele la garganta de repetir su apoyo incondicional a Susana Díaz y Pedro Sánchez no para de montarle mítines en su feudo. A buen entendedor, con pocas palabras basta: ni es feudo, ni es suyo.
¿Le interesa al votante de a pie lo que ocurre de puertas para adentro y para afuera en el PSOE? Desde luego. Decir que son temas menores que no importan a la gente es tomarle el pelo a la ciudadanía. No es una cuestión que apasione sólo a la prensa. Que lo hace. También a los votantes. Los hay que se alegran, que se llevan las manos a la cabeza, que se indignan y que se cambian de bando.
Pero sobre todo, los hay preocupados, mirando el triste espectáculo que se monta en el Partido Socialista cada vez que hay primarias. Son tan democráticas como lamentables. Hay, probablemente, menos barullo en la cola del paro. Porque no nos engañemos, estamos hablando, en el fondo, de puestos de trabajo. Y la ciudadanía quiere saber quién se queda con quién o con qué.