Llevo días echando de menos en los medios de comunicación a muchos políticos de Melilla. Aquí salvo tres o cuatro que salen a dar la cara, el resto está en busca y captura. Veo a Moha Mohamed y Dunia Almansouri y el resto, de la oposición: Miguel Marín, Sofía Acedo, Delgado Aboy… Los demás desaparecieron. Nadie quiere que asocien su nombre o su foto con los contagios o fallecimientos que el coronavirus está dejando en la ciudad. Ni están, ni se les espera. Dan vergüenza ajena.
Curiosamente son los mismos que no se pierden un sarao cuando las cosas van bien. Los vemos en las ferias, de palmeros en los mítines; en la Africana, en conciertos, en ruedas de prensa que no son suyas; en actos institucionales… Están hasta en la sopa, pero en tiempos del Covid 19 escenifican una versión terrible de caperucita roja: se los comió el lobo.
Tenemos políticos en esta ciudad que han bajado tanto el perfil que se les ha quedado pillado en el subsuelo. ¿Dónde están en tiempos de coronavirus la ingente cantidad de cargos públicos que tenemos en esta ciudad? Supongo que en sus casas y supongo y ya es mucho suponer, que trabajando.
Teniendo en cuenta que cuando la cosa aprieta se borran del mapa, no sería descabellado proponer un recorte de cargos institucionales y sueldazos públicos en el Gobierno de la Ciudad. Estamos en los prolegómenos de una crisis humanitaria sin precedentes y no es de recibo que haya gente ganando salarios de vacas gordas mientras muchos melillenses se las ven y se las desean para comer cada día.
Los cepemistas dieron el paso al frente y decidieron donar sus sueldos de marzo, pero a los demás no se les ha escuchado decir claramente si van a recortarse un 25% el sueldo como sí han hecho otros en la península o qué porcentaje van a donar a los servicios sociales o para comprar medios de protección para las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad. Están calladitos, especialmente desde que cobraron la nómina de marzo y ahora intentan pasar desapercibidos porque han venido a la política a otra cosa, no a renunciar a un montón de euros.
Y no queremos que lo hagan. Directamente nos sobra mucha molla en el Gobierno de la Ciudad Autónoma. Sobre todo, nos sobran los desaparecidos, los que no están ahora en estos momentos, porque están esperando a que vuelva la normalidad para estrenar trajecito por la Avenida.
Y mientras tanto, el Banco de Alimentos redobla esfuerzos y atiende cada día a una media de 150 personas. Si en tiempos de relativa calma la Policía Local tenía que custodiar la entrada de alimentos en almacenes ubicados en las afueras de la ciudad no quiero ni imaginar lo que puede estar pasando ahora. Porque si bien es cierto que el confinamiento limita las salidas, también lo es que ahora son más los necesitados.
Teniendo en cuenta que la temporalidad es un factor clave en el índice de pobreza, sólo con los afectados por los ERTE tenemos en la ciudad un incremento importante de personas necesitadas de ayuda.
Ahora se hace imprescindible reforzar partidas para frenar la pobreza energética; apoyar a las familias numerosas y monoparentales; ampliar la ayuda a domicilio; incrementar los beneficiarios de la Renta Básica de Inserción; de dependencia; apartar una partida para emergencia social; reforzar plantillas de servicios sociales; más dinero para voluntariado o lucha contra la pobreza.
Hace falta dinero para políticas públicas y a mí me sobran cargos directivos nombrados a dedo y duplicidades como los que nos encontramos en la televisión pública local. Vamos a ver si de verdad habéis venido a trabajar por los ciudadanos o entendéis la política como una agencia de colocación. Los parásitos tendrán que convencernos de que su presencia en la Administración sirve para algo más que para generar pérdidas.