Tres hermanos regentaban una fábrica de envasado de productos de limpieza que luego vendían en General Astilleros. Un trabajador marroquí denunció a sus ex jefes, tres hermanos, que regentaban una fábrica de envasado de productos de limpieza, que luego vendían en un establecimiento en General Astilleros. Los tres afirman que el demandante únicamente era un cliente de su tienda. Sin embargo, las partes se vieron las caras en el Juzgado de lo Social de Melilla para resolver si verdaderamente este ciudadano marroquí, residente en Beni Enzar, trabajó efectivamente para esta empresa y, en consecuencia, fue despedido de manera improcedente.
El juicio duró algo más de cinco horas y pasaron por la sala de vistas al menos cinco testigos, tres peritos, el demandante y los tres hermanos denunciados.
El ex empleado marroquí aseguró haber trabajado para la empresa de los tres hermanos hasta abril de 2011, tanto en la fábrica de envasado de productos de limpieza, como limpiasuelos o quitagrasas, como en la tienda donde después se vendían los productos. Declaró que, como él, en la fábrica trabajaban cinco personas más que “escapaban” cuando les visitaba la Inspección de Trabajo. Entre sus funciones, según sostuvo ante el juez con ayuda de un intérprete, se encontraba la manipulación de la maquinaria de envasado y aseguró que era “el más capacitado para usarla”. De lunes a sábado cruzaba la frontera de Beni Enzar para venir a trabajar a Melilla durante ocho horas. Cobraba, dijo, 500 euros al mes, y uno de los hermanos se prestaba a llevarle a la frontera al finalizar la jornada laboral.
Era sólo un cliente
Los tres hermanos negaron en todo momento que el demandante trabajara para ellos en algún momento y sí sostuvieron que conocían al hombre porque era cliente de su tienda en General Astilleros.
La empresa hoy no existe, pues en el momento en el que el negocio dejó de ser rentable, la fábrica cerró y la maquinaria se trasladó a un almacén familiar. Las inspecciones realizadas por los peritos a ese almacén, donde, según el denunciante, se seguía trabajando, pusieron de manifiesto que en las visitas que realizaron el aspecto del lugar era de un espacio “sin actividad” y que a tenor del estado de la maquinaria, ésta “no se ha utilizado en varios años”, afirmó uno de los peritos, ingeniero industrial.
Hasta cuatro testigos afirmaron que el marroquí trabajaba en la fábrica y que le vieron también en la tienda en General Astilleros. La descripción fue la misma: Veían llegar al hombre por la mañana “bien vestido”, a medio día, salía a la calle a fumar un cigarro “con ropa de trabajo” y por la tarde volvía a salir del lugar con la ropa de por la mañana. Sin embargo, un vecino que tiene una propiedad justo al lado de la supuesta fábrica donde se envasaban los productos de limpieza aseguró ante el juez que nunca vio ni oyó ruidos procedentes del almacén colindante a su propiedad.
El caso quedó visto para sentencia.