No se sabe de quién fue la idea de cubrir los brazos de la antigua Cruz de Los Caídos con espinas, pero la imagen no puede ser mas desagradable. Jamás nadie vió posadas allí palomas en cantidades tales que hiciese necesario tomar esta medida. En los más de 60 años de historia de esta cruz, el deterioro sufrido por la presencia de palomas fue mínimo, por lo que no se entiende una acción preventiva, la colocación de esa barrera de espinas, tan antiestética. Nadie sabía qué hacer con esa cruz y como últimamente se viene haciendo con todo en la política monumental de Melilla, se decidió por la ocurrencia del día y sin el más minimo consenso. Si antes era un monumento desfasado, ahora es uno que no dice nada y que no representa a nadie, desde luego a los republicanos muertos en defensa de la legalidad constitucional de 1936, seguro que no.