Los melillenses estamos asistiendo en esta campaña electoral a un espectáculo bochornoso. Las interminables colas que este martes se han vivido en la sede de Correos, a dos días de que finalice el plazo para solicitar el voto a distancia, demuestran que el destape del escándalo antidemocrático que ha salido en todos los telediarios de nuestro país no ha tocado la conciencia de quienes han decidido seguir el juego a la gentuza que está poniendo en riesgo la autonomía de Melilla.
No sabemos qué decisión tomará el Gobierno central para poner pie en pared y reventar el fraude del voto por correo. Tampoco sabemos si prosperará la solicitud de Vox ante la Junta Electoral Central para que anule el voto a distancia en Melilla o si el PSOE conseguirá que el voto por correo se contabilice por separado del resto de votos para saber quién ha llenado las urnas con las colas del hambre. No sabemos si finalmente se cambiará la ley electoral para que el voto por correo se entregue personalmente mostrando el DNI, como se hace ante la mesa electoral. Lo que sí sabemos es que el tiempo se nos echa encima y que no se ha anunciado hasta ahora una medida contundente.
Los electores de Melilla estamos en shock. Las ofertas de compra de votos se hacen ya sin ningún miramiento, a cualquier hora y en cualquier establecimiento comercial de la ciudad. No es posible que los servicios de inteligencia de Melilla estén al margen de lo que está pasando. No es posible que a ningún policía de paisano no le hayan ofrecido ya votar por correo a cambio de dinero; no es posible que los delincuentes sigan haciendo de las suyas delante de nuestras narices y que no exista ningún tipo de mecanismo democrático para expulsarles del juego democrático.
Hemos hablado muchas veces de dar un paso más en la autonomía de Melilla, pero escándalos como éste demuestran que si no sabemos lidiar ni siquiera con lo que tenemos, tampoco podemos aspirar a ir más allá de lo que disfrutamos.
De nada sirve llamar a El Faro a denunciar que éste o aquel partido le han ofrecido hasta 200 euros por el voto por correo. Hay que denunciar en Comisaría. Hay que identificar a los delincuentes. Hay que pensar en España y en que toda esta gentuza que está montando un negocio a costa de la pobreza tenga su merecido y entre en la cárcel.
Sin dudas, hay que endurecer las penas. Los delincuentes tienen que saber que si trampean las elecciones, les esperan varios años de cárcel. Sólo así frenaremos a quienes pretenden reventar la democracia desde dentro del sistema.
El problema es que no está hecha la miel para la boca del asno...analfabetos y atribulados por doquier que funcionan por estímulos y con un comportamiento gregario que demuestran no tener arraigo en la ciudad ni conciencia de pertenecer a un país democrático.