Las amas de casa mayores de 65 años que no han cotizado lo suficiente a la Seguridad Social a lo largo de su vida pueden acogerse a una ayuda económica mensual que en 2025 alcanza los 564 euros. Esta medida, gestionada a través del sistema de pensiones no contributivas del Estado, está dirigida especialmente a mujeres que han dedicado su vida al trabajo doméstico y al cuidado del hogar y de la familia, sin haber tenido oportunidad de desarrollar una carrera profesional que les permita ahora recibir una pensión contributiva.
Esta prestación representa una herramienta de apoyo para quienes se encuentran en una situación económica vulnerable al llegar a la vejez. Aunque en muchos casos las amas de casa han trabajado toda su vida, no lo han hecho de forma remunerada ni regularizada, lo que ha provocado que no cuenten con los años de cotización necesarios para acceder a las pensiones tradicionales del sistema público.
La ayuda está concebida para proporcionar un ingreso mensual estable a estas mujeres, evitando así que queden desprotegidas económicamente en una etapa especialmente delicada de la vida. Según lo establecido para el ejercicio de 2025, la cuantía base de esta pensión no contributiva asciende a 484 euros al mes, aunque puede incrementarse hasta los 564 euros mensuales en determinados casos en los que se constate un grado mayor de necesidad o vulnerabilidad económica. Esta subida aplica, por ejemplo, cuando la beneficiaria reside con otras personas que también carecen de ingresos o en entornos familiares donde se dan situaciones de precariedad severa.
Para acceder a esta prestación es imprescindible cumplir una serie de requisitos básicos, como haber cumplido los 65 años de edad, no contar con ingresos propios suficientes para subsistir y haber residido legalmente en España durante al menos diez años, de los cuales dos deben haber sido continuados e inmediatamente anteriores a la fecha de solicitud. Se trata de criterios pensados para asegurar que las personas que se beneficien de esta ayuda formen parte del sistema social y residan habitualmente en el país.
El acceso a la ayuda no depende solo de la situación individual, sino también del entorno familiar y económico de quien la solicita. En los casos en que la persona convive con familiares o personas a cargo, también se valoran los ingresos totales del hogar para determinar si procede la concesión. Esto permite ajustar la prestación a las circunstancias reales de cada solicitante, asegurando que llegue a quienes más lo necesitan.
La gestión de esta pensión corresponde al Instituto de Mayores y Servicios Sociales (Imserso), pero la tramitación se realiza a través de los servicios sociales de las comunidades autónomas, salvo en los casos de Ceuta y Melilla, donde lo hará el organismo estatal. Las personas interesadas pueden presentar la solicitud tanto de forma presencial como telemáticamente, en función de las posibilidades que ofrezca su comunidad. Para ello, es necesario preparar documentación como el DNI, justificantes de ingresos, certificados de empadronamiento y, en ocasiones, informes médicos o sociales.
Además del ingreso mensual, esta ayuda contempla el abono de dos pagas extraordinarias, una en verano y otra en invierno, lo que eleva el total anual de la prestación hasta los 7.896 euros en los casos de mayor cuantía. Este apoyo económico permite, no solo cubrir necesidades básicas, sino también acceder a otros recursos y servicios públicos vinculados, como la atención sanitaria, ayudas para vivienda o programas de atención a mayores.
Con esta medida, el Estado busca reducir una de las brechas históricas del sistema de pensiones, que ha dejado fuera a miles de mujeres por el hecho de haber ejercido un trabajo no reconocido económicamente. En un contexto de envejecimiento de la población y creciente vulnerabilidad entre las personas mayores, la ayuda supone un respaldo importante para dignificar la vida de quienes han sostenido hogares y familias durante décadas.