A su edad, esta residente del Centro Asistencial se mueve sin bastón y le encanta el taller de pintura.
Con 101 años a sus espaldas, Carmen Martínez Lozano, de Puente Genil (Córdoba) de nacimiento y melillense de residencia, se ha convertido en la ‘Abuela de Melilla’, título que recibirá el próximo viernes 27 de marzo, con motivo de la comida por la Semana del Mayor. A primera vista, Carmen es una persona llena de vida, que sonríe, hace un chiste y contagia su optimismo en las dos primeras frases que se intercambian con ella. Reside en el Centro Asistencial, donde disfruta de cada una de las actividades que se realizan, ya sea manualidades o tomar el sol en el patio. Allí está cómoda entre actividades y pasando el rato en el salón, por donde se mueve sin ayuda de bastón ni ningún tipo de apoyo.
La alegría con la que cuenta cualquier cosa que se le pida es lo que realmente convierte a Carmen en una persona entrañable. Al preguntarle de dónde saca esa vitalidad que no es propia ni de un joven, responde, entre risas: “de donde mi madre compraba los garbanzos”. Con más de un siglo de vida, esta andaluza tiene tres nietos y tres biznietos, con los que mantiene un estrecho contacto y sobre los que dice que no deja de preocuparse y de sufrir por ellos.
A lo largo de su vida, esta portanesa de nacimiento ha pasado por Málaga antes de instalarse definitivamente en Melilla, ciudad que asegura que “es muy bonita” y “muy acogedora”. Aquí vino con su hijo, que es policía nacional (ya jubilado) y que fue destinado a la ciudad, y ahora Carmen vive en la Gota de Leche, donde tiene amigos y siempre está haciendo cosas.
Una vida itinerante
De su infancia tiene recuerdos muy felices de Puente Genil, donde jugaba con sus amigos y ayudaba en su casa. Recuerda cuánto le gustaban las aceitunas y como las cogía a puñados en todas las fiestas del pueblo para comérselas. Sin embargo, cuenta que un día, cuando aún era niña, le dio un cólico de tanto comer olivas, y desde entonces no puede ni verlas. “Cuando comemos ensalada siempre digo que ni me las enseñen”, bromea Carmen. Además, cuenta que nunca ha querido ponerse dentadura postiza, porque le daba “mucho asco”.
De la localidad cordobesa se fue a vivir con su marido Juan a Málaga, donde aún vive una de sus hijas. En la Costa del Sol fue donde falleció su esposo y donde Carmen vivió hasta que se mudó a Melilla con su hijo. Una vez aquí, por problemas de salud de su nuera, entró a residir en el Centro Asistencial. Antes de eso, Carmen ha sido toda su vida una mujer de su casa, dedicada a su familia y en especial a sus hijos. De hecho, cuando se le pregunta sobre un recuerdo especialmente feliz en su vida, no duda en responder: “¿Se puede tener una alegría más grande que los hijos?”.
Además, Carmen mantiene una relación estrecha con sus hijos, nietos y biznietos que viven en la península, con quienes habla por teléfono con mucha frecuencia. Sobre ellos asegura que tiene “muchas ganas de ir a verlos” y que ellos han venido varias veces a la ciudad autónoma a visitarla. Asimismo, afirma que sus biznietos son “muy estudiosos” y, por lo que le cuentan por teléfono, sacan muy buenas notas. Además, cuenta que a veces le desbordan las ganas de verlos, por lo que se le escapa alguna lágrima cuando escucha sus voces por el auricular.
Añoranza de sus raíces
A pesar de estar muy a gusto viviendo en Melilla y siendo la ‘abuela’ de la ciudad, Carmen cuenta que echa de menos su Puente Genil natal, adonde querría volver algún día. Esta andaluza echa de menos la Semana Santa de su localidad natal y a Jesús Nazareno. Asimismo, tiene devoción y añora mucho la carne de membrillo de su pueblo, además de los dulces que se hacen en Puente Genil. Acerca de la ciudad cordobesa tiene innumerables buenos recuerdos y, al hacer memoria, piensa en sus vecinas y amigas, con las que tantos ratos pasó.
En Puente Genil, durante su juventud, fue precisamente donde conoció a su marido Juan y asegura que fue “un flechazo”. “Bajando de la iglesia lo conocí”, recuerda Carmen, que además cuenta que paseaban y paseaban por la localidad portanesa y pasaban el rato con sus amigos.
Humildad y energía, los motores de esta jovial bisabuela
Carmen es una mujer cuya vitalidad y optimismo salen por sus poros. Ella misma cuenta con orgullo que tiene un riñón menos y que está operada de la vesícula, pero estos achaques no han hecho que sus ánimos decaigan ni que se le quiten las ganas de seguir haciendo sus actividades y de mantener su forma de vivir.
Por otro lado, se podría decir que la próxima 'Abuela de Melilla' es una mujer que se conforma con poco, muy humilde y que, para ella, el dinero no es importante. "Para que quieres más dinero si no se disfruta", comenta Carmen, que además posee una sensibilidad especial, puesto que no tolera ver sufrir a nadie y cuando ve cosas que no le gustan en la televisión aparta la mirada. Se pregunta también sobre el sufrimiento de muchas personas, ya que no entiende por qué han de pasarlo mal.
A día de hoy, Carmen es una asidua de las actividades del Centro Asistencial y asegura que lo pasa muy bien realizándolas. Desde ver la televisión en la sala de estar o tomar el sol en el patio hasta las manualidades, llenan el tiempo de esta mujer, que, a sus 101 años, asegura que lo que más le gusta es el taller de colorear y dibujar. Además, juega al bingo con sus compañeros. Ahora están preparando los adornos para las Cruces de Mayo.