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El dueño de Inoxmel acerca a los melillenses uno de los oficios más antiguos de la historia, el del forjador
Alfredo Prada forma parte de una generación que está dando una nueva vida a una profesión que se mueve entre el diseño, la carpintería y la artesanía. Lo más parecido al herrero, un oficio en vías de extinción. Pero su taller, Inoxmel, ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos, combinando las últimas tecnologías con productos tradicionales.
Combinar materiales
Prada se sumó ayer a los Días Europeos de la Artesanía y, mediante una jornada de puertas abiertas, trató de acercar su labor a los melillenses. Su discurso es un canto al metal, del que dice hay que tratarlo bien para que se “defienda” en su contexto y se adapte al estilo de su entorno. “Es un material bonito que se puede combinar con madera o cristal, pero hay que saber cómo”, apuntó. Según este profesional, el metal aporta un toque de distinción en puertas, portales y cancelas, barandillas o balcones.
Trabajar de forma artesanal el metal significa hoy en día abanderar un movimiento que reivindica su nobleza y menor coste frente a algunas otras técnicas. No obstante, para poder hacer frente a todos los encargos y agilizar el trabajo, este artesano ha buscado ayuda en las nuevas tecnologías. Ha elaborado una máquina de control numérico para cortar y dar forma al metal. “La he diseñado con la ayuda de ingenieros y técnicos expertos en materia”, dijo.
Un yunque y una fragua, en su taller, recuerdan a los profesionales de antaño. De este modo, Prada ha hecho que la forja se convierta en cómplice de decoraciones rústicas y clásicas, pero ha trabajado para que encaje con ornatos modernos y vanguardistas