La primera barrera física es la piel y hoy en día precisaría grosor. El tacto, junto al resto de los sentidos, vista, oido, olfato у gusto, merecería de cierta indiferencia en este extraño y avieso tiempo que se vive y de cansina manipulación ante lo que se ve, escucha, huele o saborea. El ansia de poder de una narrativa impuesta, intolerante y, por ello, totalitaria, alcanza el insulto y la verdad más allá del que asola a la prudencia. Esto viene ocurriendo a nivel global y también territorial.
Del cambio brusco en las formas -y todo apunta en el contenido, así mismo- en la perspectiva sobre valores heredados de la tradición y cultura occidental y democrática; de ese acervo que, aunque no perfecto y con fisuras, pero acervo, se pretende pasar al dominante binomio excluyente de la fuerza bruta y la fortaleza económica, un nuevo "orden". Y así comienzan a saberse y sentirse algunas proclamas impuestas al más puro estilo colonial. De Rusia o China, su escala de valores era y es harto conocida.
Pero de los Estados Unidos, potencia impulsora de la democracia, hoy de actitud problemática tanto en las relaciones como en las rupturas, y de las que se importaron valores que ayudaron a salvar al siglo XX, no debe olvidarse que la gran nación americana fue fundada (maltratada población aborigen india aparte) por emigrantes europeos: irlandeses, italianos, alemanes, franceses, ingleses, polacos о españoles entre otros. Aquellos valores que fueron la fuerza y seguían siéndolo, son ahora también la debilidad ante la imposición dogmática.
De ella procede, entre otras, la exigencia para que las empresas extranjeras que comercien allí deban certificar que no incluyen políticas de diversidad e inclusión de raza o género, además que instituciones y empresas públicas norteamericanas están siendo purgadas, también por ello. Lo que creó la pluralidad, aun con sus desequilibrios, podría ir camino de una nueva perspectiva de retroceso.
Ascendencia, linaje, origen, cuna, abolengo social al fin y al cabo, es lo que nació, creció y dio identidad. Con desajustes que perduran en la Historia, pero con un bagaje razonablemente óptimo, aquella Europа que hoy aprende de sus errores, ni debe ser maltratada ni desposeída, por un imperialismo renacido, de ser fuente de esperanza.
Y si ello sobresalta al mundo, en el ámbito más rutinario por frecuente se rompe, voluntariosamente, la relación entre instituciones por el simple hecho que se rigen por opciones políticas diferentes a la del partido y, sobre todo, del "caudillo" o dictadorzuelo de turno cuyos decisiones devienen según su ambición.
Vivir en y de una institución publica, cuyo producto estrella es el dinero de todos, prestada para gestionar, a la que convierten en logia propia y preñada de intereses, en muchos casos oscuros. Algo que, aunque no inédito, es más frecuente y menos disimulado.
La ola de autoritarismo, entre amenazas y esperpento va creciendo por líderes originales en el mundo global y que en el territorial no faltan imitadores. Unos y otros decididamente olvidan al abolengo no radical orillándolo. Ese abolengo creó una cultura democrática de diálogo que ahora parece peligrar, negando a diferentes y similares.