Un informe hecho público ayer por la Comisión Europea sitúa a Melilla entre las diez regiones con un mayor porcentaje de población con sólo estudios básicos. Extremadura, Castilla-La Mancha, cuatro territorios de Portugal y una zona de Malta acompañan a la ciudad autónoma en esta preocupante clasificación. Los datos del estudio afirman que el 64,9% de la población de Melilla con más de 15 años sólo tiene estudios inferiores (secundaria básica o menos).
Para comprobar la relación directa entre progreso y educación basta con mirar al otro extremo de la lista. Allí figuran, principalmente, regiones alemanas en las que sólo el 15% de sus habitantes está por debajo del nivel de la enseñanza secundaria. En cuanto a estudios superiores, en la lista aparece destacado el País Vasco (34,3% de su población), sólo superado por Londres, Brabante Valón (Bélgica) y Estocolmo.
Con estos datos queda claro que la prosperidad de Melilla pasa por una apuesta decidida en Educación, un área plagada de dificultades por las peculiaridades sociales y culturales de la ciudad. Sin embargo, no hay alternativas. No es posible confiar en un despegue económico de la ciudad si éste no llega acompañado por el impulso de una población capacitada, con formación e instruida. De otra manera, Melilla está condenada a dejar su futuro en manos de soluciones tan artificiales e inestables como los Planes de Empleo. Este año el Gobierno local destinará a esta medida de urgencia 800.000 euros más hasta llegar a un presupuesto total de 2,3 millones de euros. Estas cantidades y las que llegan del Ejecutivo central son imprescindibles para la supervivencia de una gran parte de la población, pero no pueden entenderse como una solución definitiva. La ciudad debe empezar a construir su futuro sobre unos pilares sólidos y para eso es necesario ver qué ocurre en las aulas de los centros escolares. Ahí está la explicación a gran parte de nuestros problemas actuales. Y ahí es donde Melilla tiene que empezar a construir su futuro.