HA vuelto a pasar. Los vecinos de la calle Margallo del centro de Melilla se despertaron ayer sobresaltados. Entre dos y tres ‘aluniceros’ empotraron un coche contra el Supermercado Hakin para llevarse la recaudación: 250 euros en monedas. Es mucho menos que los destrozos causados en la puerta del comercio, que ascienden a unos 700 euros. Como en las seis ocasiones anteriores, los ladrones lograron escapar.
Esta vez, la Policía ha encontrado el coche que usaron los ‘cacos’ abandonado en la rotonda de Las Palmeras y probablemente la investigación policial consiga que alguna huella le lleve hasta el autor o los autores de los alunizajes, que desde el pasado noviembre mantienen en vilo a los comerciantes de la ciudad.
Ante la lentitud de las pesquisas, algunos afectados por los ‘aluniceros’ han tomado medidas. El farmacéutico del Rastro, por ejemplo, ha puesto pivotes frente a su escaparate y son muchos los que se plantean acometer estas obras, que necesitan hasta tres permisos de las consejerías de Seguridad Ciudadana, Fomento y Medio Ambiente.
La Policía Nacional había anunciado que tenía un operativo especial dedicado a vigilar a los ‘aluniceros’. Para ello, los funcionarios de la Jefatura Superior han estado doblando turnos, pero la verdad es una: Ha vuelto a ocurrir.
Sin embargo, da la impresión de que los ‘aluniceros’ de Melilla improvisan sus robos. Por lo que sabemos hasta la fecha, no ha sido gran cosa el botín que se han llevado en los siete alunizajes, que han sufrido los comercios de la ciudad desde el pasado 29 de noviembre.
Parecía que Melilla estaba más tranquila en los últimos días, pero también hemos tenido noticias de que un abogado ha sido agredido por un desconocido a la salida de su despacho.
Probablemente vivimos en una ciudad segura que, al parecer, se descontrola de vez en cuando.
A los robos menores y las agresiones a pie de calle hay que añadir la gran presión migratoria que vive Melilla y que, según explicó ayer en Cracovia el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, se debe al aumento del control marítimo en el Mediterráneo.
La explicación no tranquiliza. Y menos después de ver la tragedia que vivió ayer Ceuta, con la muerte de al menos nueve personas ahogadas o aplastadas intentando entrar en la ciudad autónoma. No nos engañemos. Eso también pudo ocurrir en Melilla. Del otro lado de la valla hay miles de inmigrantes a la espera de pisar territorio español. Y que no nos quepa la menor duda. Lo van a intentar mientras a los melillenses sólo nos queda cruzar los dedos para que no ocurra una desgracia.